Una inusitada calma se vio en las calles de La Habana tras el amanecer, y los cubanos seguían ayer con su vida como si el mundo no tuviera los ojos puestos en el Malecón, o en la Plaza de la Revolución.
Mientras que los mandatarios de los más lejanos países y diversas personalidades internacionales expresaban sus condolencias, mientras que medios de todo el mundo abrían sus ediciones con la barba y la mirada tosca de quien concentró todo el poder de Cuba durante más de 50 años, los habaneros no cambiaban su cotidianidad tras la muerte de Fidel Castro Ruz.
Paralelamente, a 160 kilómetros de allí, en la Florida, las congas, los bailes y los cantos celebraban la muerte del dictador como si se tratara de una catarsis, de la redención más pura y cercana a lo divino.
Entre una orilla y otra, entre silencios y gritos, el mundo todavía intenta comprender el significado del deceso de uno de los protagonistas del siglo XX.
Cuba seguirá igual
“Hay tranquilidad aquí en La Habana, aunque todo el mundo haya quedado conmovido con esto. Si bien se esperaba que en algún momento Fidel muriera, nadie creía que eso fuera a ocurrir antes del fin de año. Aun así, hay una calma ciudadana, y las calles se ven normales. El pueblo está en cualquier caso consternado, pero sigue su día como siempre”, respondió a EL COLOMBIANO, desde la capital de la isla, Cecilia Ruiz, propietaria de un hostal en el sector de Miramar.
Tal como confirmó la empresaria habanera, la ciudad está esperando la llegada de numerosos dignatarios, mientras que se decretaron nueve días de duelo. Los restos mortales de Castro serán cremados y posteriormente llevados al otro extremo de la isla, Oriente, donde será enterrado en el Cementerio Santa Ifigenia (Santiago de Cuba), junto al prócer José Martí.
En distintos lugares de la capital cubana, la sensación era la misma. Incluso en centros del poder comunista como la propia Plaza de la Revolución, más allá de las banderas a media asta en señal de duelo, los habaneros caminaban en las calles sin expresar marcadas emociones, a menos que la prensa internacional los interrogara.
Mientras esperaba un autobús, Yarelis Hermida, estudiante de Historia de la Universidad de La Habana, de 22 años, opinó a Efe que Fidel Castro “siempre va a ser una gran figura y un paradigma no solo para los jóvenes cubanos sino para todo el mundo”.
A Manuel Elías García, de 78 años, un jubilado que ahora trabaja por contrato, el fallecimiento de Castro le causó dolor. “Me siento agradecido porque, gracias a él, un campesino cortador de caña nacido en una familia pobre de ocho hermanos antes de la revolución, está hoy aquí”, dijo a la misma agencia.
Al cierre de esta edición, se conoce que el líder de esa revolución murió a las 22:29 horas del viernes. Aún no se sabe concretamente cuál fue la causa del deceso, pero se cree que probablemente está relacionada con su enfermedad intestinal —calificada como “secreto de Estado” en la isla, pero revelada como una diverticulitis de colon por Wikileaks—.
Lo cierto es que para cubanos en una u otra orilla política del Caribe (la isla o la Florida), su fallecimiento está lejos de ser un suceso que cambie significativamente la vida política, social y cultural de Cuba.
“No va a cambiar a la isla en nada. Todo continúa igual. Esto es un acontecimiento natural, que le ocurre a todas las personas. Pero el proceso continúa”, agregó Cecilia Ruiz.
En ello coincidían con otros sectores ciudadanos gran parte de los disidentes que resisten en la isla, como es el caso de Berta Cáceres, líder de las Damas de Blanco: “aquí no cambia nada. La única buena noticia es que tenemos un dictador menos, pero aún nos queda otro porque Raúl es igual que Fidel”.
Los cubanos, principalmente los que permanecieron en su tierra, e independiente de su posición política, no creen —como se podría haber pensado en décadas pasadas—, que la muerte de Fidel vaya a cambiar en algo sus vidas y la del país.
El mundo se sorprende
Distinta situación fue más allá de las costas de Cuba, cruzando el mar rumbo a otros lugares del mundo. Reacciones desde todos los rincones del globo no se hicieron esperar. Gran parte de ellas resaltando la importancia de Castro en la historia mundial y su liderazgo regional, olvidando en muchos casos si el elogio provenía de la izquierda o de la derecha.
“Fue el símbolo de toda una época. La Cuba libre e independiente que creó junto a sus copartidarios se convirtió en un miembro influyente de la comunidad internacional y sirvió de ejemplo inspirador para muchos pueblos y países”, afirmó el presidente de Rusia, Vladimir Putin, en un comunicado.
“La historia registrará y juzgará el inmenso impacto de esta singular figura en las personas y el mundo a su alrededor. En los próximos días, todos los cubanos recordarán el pasado y también mirarán hacia el futuro. Mientras pasa eso, el pueblo cubano debe saber que EE.UU. es su amigo y socio”, afirmó el presidente estadounidense, Barack Obama.
Líderes de derecha también reconocieron su importancia en América Latina y en la historia, a pesar de las diferencias: “Fidel Castro fue un líder de convicciones. Marcó la segunda mitad del siglo XX con la defensa firme de las ideas en las que creía”, dijo en Twitter el presidente de Brasil, Michel Temer.
Otros, como el presidente electo de EE.UU., Donald Trump, lideraron las voces mundiales de condena por el carácter autoritario que tuvo su era: “Fue un brutal dictador que oprimió a su pueblo”.
Pero al estilo del propio Fidel, como en 1953, cuando se defendía ante los tribunales de la dictadura de Batista con “la historia me absolverá”, el primer día tras la muerte del líder de la revolución cubana evidencia que, para bien o para mal, se aseguró con creces ese puesto de privilegio en la historia y solo esta tendrá el dictamen final.