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En cautiverio, los elefantes tienen un futuro incierto

Estos mamíferos gigantes pueden vivir hasta 40 años menos en zoológicos. Le explicamos por qué están en riesgo de extinción.

  • Los elefantes son gregarios y las hembras son las que conducen el rebaño y se encargan del cuidado de las crías. FOTO sstock
    Los elefantes son gregarios y las hembras son las que conducen el rebaño y se encargan del cuidado de las crías. FOTO sstock
  • Actualmente se reconocen tres especies: asiáticos, con orejas más pequeñas (como el de la foto), los africanos de sabana y los de bosque. Foto: Shutterstock
    Actualmente se reconocen tres especies: asiáticos, con orejas más pequeñas (como el de la foto), los africanos de sabana y los de bosque. Foto: Shutterstock
23 de junio de 2021
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Para algunos elefantes y sus crías hay una situación que se sale de control. Cuando un bebé no recibe la leche de su madre que lo mantendría sano y fuerte y, además, es rechazado por la manada, la decisión, aunque difícil, es la eutanasia.

Pasó en febrero de este año, la salud de una cría de solo cinco días de nacida, de estos mamíferos gigantes, se estaba deteriorando de forma rápida por ese hecho y el equipo técnico del Zoológico de Osnabrück, en Alemania, tuvo que sacrificarla.

Posterior al deceso, el Departamento de Patologías de la Universidad de Medicina Veterinaria de Hannover, confirmó que esta acción fue la más acertada para prevenir su sufrimiento pues, como dice el veterinario Thomas Scheibe, “el resultado patológico evidenció que ya estaba muy debilitado después de los cinco días, el sistema inmunológico era muy frágil y se había desarrollado inflamación”.

Aunque no saben por qué ocurrió el rechazo de ambas partes, el panorama no era muy alentador: “Desafortunadamente, los elefantes no pueden extraerse la leche materna y, al mismo tiempo, los bebés de la especie asiática que fueron criados con biberones y sustitutos de leche desde el principio, nunca han sobrevivido”, informa Scheibe.

Otro caso parecido

Similar le ocurrió a una cría del Zoológico de Boras, en Suecia. Una hembra que también fue negada por su manada tras el nacimiento de un ejemplar macho. “Pese a los cuidados intensivos proporcionados por un veterinario y los cuidadores durante tres días, que estuvieron a su lado día y noche, el animal nos dejó hoy. Su cuerpo ya no podía soportar más”, anunció este zoológico en su cuenta de Instagram.

Esta es una situación común que ocurre con las crías y que se suma a las amenazas que han llevado a que los elefantes, en todas sus especies, estén en peligro de desaparecer. En marzo de este año se anunció que los elefantes africanos, de sabana y de bosque, entraron en la categoría de animales en peligro de extinción de la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, Uicn, pues los de bosque disminuyeron un 86 % en 31 años, mientras que los de sabana un 60 %. Los primeros están en “peligro crítico”, mientras que los segundos en “inferior de peligro”.

Aunque hay muchos santuarios y parques de la conservación en los que se intenta preservar la especie, aún hay espacios reducidos que no ayudan pues, de acuerdo con un estudio realizado en Reino Unido por la Sociedad Real para la Prevención de la Crueldad con Animales, que fue publicado en la revista Science, los elefantes enjaulados y dispuestos en sitios que no son aptos para sus necesidades, como zoológicos, los afecta hasta el punto de perder hasta 40 años de vida: la expectativa media de uno en cautiverio es de 17 años, mientras que los salvajes o en santuarios alcanzan hasta 56 años.

Por otro lado, en lugar de aumentar las cifras de elefantes en libertad, la organización internacional World Animal Protection mostró en el informe “Los elefantes no son mercancías” que el número de individuos en cautiverio creció 70 % solo en Asia en los últimos 10 años.

La dificultad de las crías

Darwin Ruiz Murcia, zootecnista experto en fauna silvestre y cofundador de ConservARE Colombia cree que la decisión tomada por el comité de ética del zoológico de Alemania fue apropiada para el caso, según sus consideraciones, pues el bebé no estaba alimentándose como debía y extraer leche no era posible.

Cuenta que el mantenimiento de las crías es un reto porque es un proceso largo en el que hay muchos factores involucrados y que termina por afectar a toda la manada. “Recuerdo que en Dublín un cuidador hizo un estudio en el que se relacionó el sueño de estos mamíferos, que es de 4 a 5 horas, con la tenencia de crías. Descubrió que todas las hembras disminuyeron su cantidad de sueño para cuidar al bebé, mientras que los machos la mantuvieron igual”.

Se debe tener en cuenta que el proceso reproductivo de estos mamíferos es más complejo y largo. La gestación demora 22 meses, por lo que, al nacer, la cría está más desarrollada, alcanza pesos de hasta 100 kilogramos y puede medir hasta un metro de altura. Los embarazos gemelares son poco usuales, pero una hembra puede tener hasta 12 crías en su periodo fértil.

Aún así, estos bebés gigantes son vulnerables ante cazadores y depredadores, pues nacen ciegos y con habilidades poco desarrolladas, por lo que el apoyo de la madre y su manada son claves. Las otras hembras ayudan en el cuidado y la crianza mientras el pequeño se alimenta exclusivamente de leche materna hasta los seis meses.

El destete completo, sin embargo, solo llega hasta los dos años, cuando ya pesa 900 kilogramos, y en todo el tiempo consumirá como mínimo 10 litros de leche diarios que tiene más de 100 veces las proteínas de la de vaca.

Cautiverio versus libertad

En solo 10 años en Asia aumentaron en un 70 % los elefantes en cautiverio. Son 3.800 los ejemplares que carecen de libertad y se concentran, sobre todo, en Tailandia (tres cuartas partes).

Una de las principales razones para esta situación, dice la organización, es el turismo con estos animales que antes de la pandemia le generó al sector entre 581 y 770 millones de dólares al año. Por consiguiente, 2.390 elefantes, 63 %, viven en condiciones deplorables y de sufrimiento en 208 instituciones, mientras que solo 279, el 7 %, viven en lugares “de altos estándares de bienestar”.

Dicen también los investigadores que la obesidad es la principal causa de muerte entre estos, seguida por el estrés como factor clave en el fallecimiento de los más jóvenes, sobre todo cuando son trasladados de un lugar a otro.

Ruiz explica que si bien los africanos y los asiáticos tienen comportamientos un tanto diferentes, las condiciones que necesitan para vivir son muy similares y que tenerlos en cautiverio es un reto por su tamaño y forma social.

Primero, necesitan un hábitat que tenga por lo menos cuatro o cinco hectáreas por elefantes pero, al ser animales gregarios que andan en manadas, deben mantenerse en grupos de por lo menos cuatro elefantes, por lo que esas hectáreas se multiplican a un promedio de 18 o más. En libertad suelen recorrer largas distancias, así que se debe procurar que esto ocurra.

Estos espacios, además, por protección de los gigantes y de los humanos, no deben estar ubicados en parques o zoológicos en medio de la ciudad porque no tendrían espacio suficiente y porque los machos, cuando están en celo son más agresivos y difíciles de controlar, así que podrían incluso salirse del hábitat.

Dice que el turismo en el que las personas van a alimentar a las crías es problemática porque los bebés se apegan al cuidador o al que los alimenta y lo ideal es que esta persona los siga acompañando por lo menos durante cuatro o seis años más.

Sus uñas y patas deben también ser cuidadas casi a diario, lo que en libertad hacen ellos mismos al caminar por diferentes terrenos. En este caso, deben ser entrenados para ingresar al área de cuidado.

Finalmente, la alimentación es otro reto: un ejemplar que pese entre tres y cuatro toneladas en su vida adulta, dice Ruiz, debe consumir cerca de 150 kilos de comida al día, lo que representa 5 % de su peso corporal. La distribuyen en 16 horas al día, así que esto lo deben promover los cuidadores.

En estos mamíferos, la reintroducción o liberación una vez estuvieron en cautiverio es compleja por los vínculos que crean con las personas y por los tiempos de reproducción y crecimiento. Aún así, puntualiza el zootecnista, es posible que la práctica se popularice en el futuro si la situación no mejora para estas especies.

Más allá del significado

Además de ser fundamentales para los ecosistemas, estos son animales que, como dijo Oberle, son emblemáticos, e importantes para muchas poblaciones en diferentes regiones del planeta.

El significado y la importancia religiosa y cultural de los elefantes ha traspasado las fronteras terrestres y llegó desde los continentes asiáticos y africanos hasta los hogares colombianos.

Es bien sabido que para algunas culturas y religiones, como para el hinduismo, el dios Ganesh (uno de los dioses más adorados que se muestra con cuerpo humano y cabeza de elefante), significa fortuna y familia, explica el escritor y profesor de Culturas y Religiones del Mundo de la Universidad Pontificia Bolivariana, Memo Ánjel.

Cuenta que en la India representan también nobleza, muestran el poder y legitiman la memoria y los antepasados.

Agrega que estas figuras han llegado, incluso, hasta los hogares antioqueños, donde se ha popularizado tener figuras de elefantes para “la buena suerte” pues aunque “las personas acá no sepan quién es Ganesh, sí saben que son fortuna”.

En África, por su parte, se han considerado animales mágicos y se les ha dado carácter de tótem, “por su forma de criar a las crías y dotarlos de memoria circunstancial hasta el punto de que saben, incluso, llegar a su propia tumba”.

Actualmente se reconocen tres especies: asiáticos, con orejas más pequeñas (como el de la foto), los africanos de sabana y los de bosque. <b>Foto: Shutterstock</b>
Actualmente se reconocen tres especies: asiáticos, con orejas más pequeñas (como el de la foto), los africanos de sabana y los de bosque. Foto: Shutterstock
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