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Animales que llegan en cajas o en tubos, otros que llegan sedados y con sus colmillos cortados o aves cuyas plumas fueron arrancadas. Ese es el diario vivir de los profesionales que atienden el Centro de Fauna Silvestre del Instituto Distrital de Protección Animal en Bogotá.
Un terreno de más de 6.500 metros cuadrados en la Universidad de Ciencias Aplicadas y Ambientales (UDCA), se convirtió en 2018 en el espacio temporal para devolver a la vida a cientos de animales de fauna silvestre víctimas del tráfico ilegal.
El centro funcionaba originalmente en Engativá, pero fue tumbado para construirlo nuevamente y dotarlo de la mejor tecnología para ayudar a la vida silvestre del país.
Grandes jaulas adecuadas con palos y canastas, contenedores que sirven como refugio y varios espacios verdes son los lugares en los que un equipo de, al menos, 24 personas se encarga de ayudar a todos los animales objeto de tráfico de fauna silvestre y víctimas del comercio y la tenencia ilegal.
Al centro llegan aproximadamente 180 animales al mes, algunos en condiciones desastrosas; amarrados, lastimados, sometidos a largos caminos en cualquier clase de transporte. También llegan algunos en mejores condiciones, pero que necesitarán de un proceso de rehabilitación mental para adecuarse a la vida en el mundo salvaje.
Camilo Ospina, médico veterinario y coordinador del Centro de Fauna Silvestre, explica que una vez los animales son recibidos en el lugar son llevados a un área de arribo. Allí, pasan algunos días mientras se estabilizan y posteriormente pueden ser atendidos.
En caso tal de que los animales lleguen con una urgencia vital son atendidos de inmediato y monitoreados constantemente por veterinarios, biólogos y zootecnistas.
Posteriormente, los animales son sometidos a un examen médico general, que determina si son aptos para ser liberados o si ya no hay posibilidades de que el animal regrese a su hábitat natural.
“Algunas veces por el tipo de lesiones que traen o por su acostumbramiento al ser humano son animales que desafortunadamente ya no se pueden liberar. Sin embargo, se buscan otras opciones como remitirlos a otras corporaciones de sus lugares de origen o buscar reubicación en zoológicos y bioparques, para que terminen de tener una vida digna y puedan servir de pronto como elementos de educación en estas instituciones”, explica Ospina.
Regreso a la naturaleza
Aquellos que tienen potencial para regresar a la naturaleza y al bosque son enviados a cuarentena y posteriormente, comienzan un proceso de rehabilitación y seguimiento para que logren tener un estado físico y emocional acorde al medio natural en el que serán liberados.
El proceso de rehabilitación varía según el grupo taxonómico de los animales. Por ejemplo, Ospina explica que el proceso para los reptiles es un poco más sencillo. Para proceder a ser liberados, estos deben demostrar que están en buenas condiciones de salud, que los exámenes de todas las enfermedades salgan negativos y deben tener una buena movilidad y comer por sí solos.
“Ellos son animales que como no tienen crianza parental son animales que relativamente son fáciles de liberar desde que cumplan con todas esas características”, dice el coordinador del Centro.
Pero el proceso es mucho más completo para las aves, pues muchas veces llegan con problemas en sus plumas. Por eso, en su rehabilitación es necesario esperar a que estas salgan nuevamente y adecuarlas para que puedan volar, pues al pasar tanto tiempo en jaulas pequeñas tienen sus músculos pectorales atrofiados y no podrán defenderse ni movilizarse en su hábitat natural.
“Es como cuando alguien se fractura y deja de caminar 15 días o un mes. Después toca hacer fisioterapia para rehabilitar, pero acá lo que se utiliza son unas jaulas bien grandes, en las que ellas van a poder empezar a ejercitar el vuelo y fortalecer esos músculos”, dice Ospina.
Pero otra dificultad que hay que afrontar en la recuperación de las aves es el tema de la nutrición. En el centro habrá que adecuarlas a una dieta que ellas puedan buscar en la vida silvestre y desacostumbrarlas a la comida casera, esa que han recibido por tanto tiempo.
“Vienen con una dieta muy mala, les dan arroz, les dan pan, les dan chocolate, concentrados comerciales, entonces también viene un proceso de acostumbrarlos a la dieta”, dice.
En el caso de los mamíferos, la recuperación y el proceso de liberación por lo general debe hacerse en grupo, pues son animales que tienen establecidos unos grupos jerárquicos y se debe formar tal grupo para luego poder adelantar la recuperación en términos de comida y enfermedades.
“Si son primates o mamíferos que trepan, pues que tengan una altura suficiente, que tengan ramas para que ellos sepan si saltan de un árbol al otro y que tengan movimiento”, explica Ospina.
Lo más importante con todos estos animales es que demuestren que ya no tienen apego a los seres humanos, pues en caso de seguir acostumbrados a los hombres terminarán buscando nuevamente una casa después de ser liberados y corren el riesgo de ser cazados.
El tiempo que tarde su proceso de recuperación dependerá de su grupo taxonómico y de las heridas o traumas que cada animal pueda tener. Hay algunos animales que se pueden rehabilitar en 8 o 15 días, otros que necesitarán de uno o dos meses para completar su proceso y otros podrán requerir incluso 6 meses o más para poder regenerar sus plumas o mejorar su dieta para poder regresar a la vida salvaje.
Ese arduo proceso es liderado por un grupo de 24 personas. Como parte de un convenio con la universidad UDCA, 19 personas se unieron a esta labor de ayudar a la fauna silvestre a regresar a su hábitat. En el equipo hay 4 veterinarios, 2 biólogas y 2 zootecnistas.
También contribuyen a esta importante labor otras 7 personas que se dedican a cuidar y a alimentar a cada uno de los animales que llega a las instalaciones del Centro de Fauna. 2 auxiliares de cocina se encargan de preparar la dieta de aves, mamíferos, reptiles y demás animales.
Además, otras 5 personas pertenecientes al Instituto Distrital de Protección Animal apoyan la rehabilitación de los animales.
Su gran labor de recuperar animales, de vigilar sus dietas, enseñarlos a volar o a sobrevivir por sí mismos ha logrado ayudar a 8.400 animales desde el año 2017. De ellos, 5.400 fueron liberados y reincorporados en su hábitat.
Pero entre estas más de 8.000 historias de animales víctimas de la cultura del tráfico ilegal, hay algunas que se quedaron en el corazón del personal del Centro por haber sido especialmente difíciles o impactantes.
Camilo Ospina comenta que, para él, uno de los casos más complejos de tratar fue el de una mica araña, una Ateles, que llegó con moñas y que venía acostumbrada a comer empanadas, pasteles y gaseosas. Para él, los casos de los primates suelen ser particularmente crueles, pues llegan amarrados, lacerados, con cadenas en la cintura o con pecheras.
Otro caso que recuerda el coordinador ocurrió el año pasado en la Semana Santa, cuando llegaron 1.800 animales en sólo 3 días. De ellos, 1.400 eran tortugas matamata, animales muy pequeños cuya pérdida es un desastre ecológico gigante para la fauna del país.
Para él, cambiar un problema cultural como lo es la tenencia y el comercio de fauna silvestre ha sido una tarea dura para el país. En muchas regiones y en las comunidades de los pueblos existe la creencia de que tener este tipo de animales es normal, por eso viven con aves o cualquier tipo de animales silvestres. Pero bajo la legislación actual poseerlos y comercializarlos es un delito.
Por eso, Ospina resalta que el camino a seguir es enviar el mensaje a las personas de que no hay que comprar estos animales y que hay que denunciar a quienes los comercializan. Según él, muchas veces compramos estas mascotas por pesar al verlos moribundos o lastimados.
“Nunca comprarlas así sea por pesar, porque al final si tú le compras un animal a alguien porque tú lo ves moribundo, finalmente el vendedor o el traficante cumple su objetivo. A él no le interesa la vida del animal”, afirma.
Al conocer un caso de tenencia ilegal o de comercio de fauna silvestre se debe llamar de inmediato a la línea 123 de la Policía Nacional. Allí, redireccionan a las personas a la línea específica que atiende el tema del tráfico de fauna. Tras la denuncia, las autoridades ambientales y las corporaciones regionales se encargan de su rescate y de llevarlos a los lugares donde serán ayudados.
Pero lo más importante está en formarnos como ciudadanos y concientizar a todo nuestro círculo cercano de que la tenencia de fauna silvestre es un delito, porque para la casa existen otro tipo de animales.
“Para la casa podemos tener animales de compañía, perros, gatos. La fauna silvestre debe estar en el bosque”, enfatiza el médico veterinario.