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Advierten alto riesgo para ecosistemas marinos colombianos

Una investigación de la Universidad Javeriana evidencia amenaza de colapso. ¿Qué implica?

  • Foto: Shutterstock.
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Advierten alto riesgo para ecosistemas marinos colombianos
22 de abril de 2021
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El 70 % de los ecosistemas marinos en Colombia se encuentra en una categoría de riesgo naranja (alto), ante la amenaza de un eventual colapso. Así lo señala una investigación de dos años realizada por un equipo de 20 biólogos adscritos a la Universidad Javeriana.

Estos científicos tomaron como referencia los datos recopilados –en las regiones Caribe y Pacífico– por el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras José Benito Vives de Andréis (Invemar).

En este orden de ideas, vale resaltar que el 46 % del territorio colombiano es área marítima. Y, de acuerdo con el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), el país posee 892.102 kilómetros cuadrados de mar y 3.531 kilómetros cuadrados de costa.

Teniendo en cuenta lo anterior, el grupo de expertos analizó cinco ecosistemas marinos y costeros: corales, manglares, pastos marinos, litorales y playas de arena.

Cómo se hizo

En el citado trabajo, se tomó como modelo la metodología denominada “Lista roja de especies”, utilizada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), que desde los 60 del siglo pasado se aplica con el propósito de medir el estado de conservación en flora y fauna; basándose en su tamaño poblacional, distribución, hábitat y amenazas.

De acuerdo con lo esbozado por los especialistas, para el caso de los ecosistemas marinos, no hay riesgo de extinción sino de colapso, teniendo en cuenta que estos sistemas biológicos no desaparecen propiamente, sino que pierden su identidad original.

Andrés Etter, profesor de la facultad de Estudios Ambientales y Rurales de la Universidad Javeriana, quien hizo parte de esta labor, precisó que “la lista busca dar una visión de qué tanto, individualmente, estos ecosistemas han sido afectados por el proceso histórico de las actividades humanas y cómo pueden ser vulnerables en el futuro por el cambio climático”.

Mapa de riesgo

Según Edwin Uribe, investigador del proyecto, el equipo hizo una revisión diferencial para el Pacífico y el Caribe (Incluído el archipiélago de San Andrés).

El biólogo indicó que el 70 % del territorio en categoría naranja se delimitó en la región insular, debido a la extensión de su área coralina, y en el Caribe continental (Cartagena, La Guajira y Santa Marta), “especialmente en la Ciénaga Grande de Santa Marta. También hay unas coberturas grandes cerca a Cartagena”, precisó.

En San Andrés, según expuso, también se encuentra la única porción territorial ubicada en la categoría roja de riesgo (crítico), detectada en sus manglares y playas de arena. Esto obedece a que no es un área de gran tamaño. Por eso, “es más vulnerable al colapso”, remarcó Uribe.

En la categoría amarilla –añadió– están las playas del Pacífico continental (Chocó, Nariño y Buenaventura) y las praderas marinas del Caribe continental.

En este contexto, añadió que solo hubo un ecosistema en verde (preocupación menor): las playas de arena en el Caribe continental. “Pero creemos que el riesgo es bajo porque no se pudo evaluar mucha información por falta de registros”.

Factores de degradación

Uribe dilucidó que se realizó una lista con 12 amenazas repartidas entre atropogénicas (causadas por el hombre) y climáticas (provenientes de la misma naturaleza).

“Nos dimos cuenta de que, sobre todo para la parte marina, las amenazas naturales son calentamiento y aumento en el nivel del mar”, señaló y también llamó la atención sobre la acidificación oceánica.

Frente a esto, según la profesora e investigadora Andrea Luna, “los corales son animales que viven en simbiosis con algas que son, en parte, las que les dan sus colores. Con el aumento de la temperatura, así sea un solo grado, las algas son expulsadas y los corales comienzan a blanquearse, esto los puede llevar a la muerte”.

“Con el cambio climático –agregó– no solo está aumentando la temperatura, sino que los océanos se están volviendo más ácidos. El ph está disminuyendo, situación que puede afectar la formación de carbonato de calcio, que es el esqueleto de los corales”.

En lo que a manglares y playas respecta, ambos especialistas coincidieron en que la amenaza más marcada es la transformación del hábitat. Por ejemplo, la deforestación en el caso de los mangles y la construcción de hoteles y casas en en el caso de las áreas playeras.

¿Y si colapsan?

Al ser consultados sobre qué podría pasar si los ecosistemas marinos cambian su identidad por completo, los científicos líderes del proyecto contestaron que este es un tema aun en investigación, pero hay algunas evidencias.

El caso más documentado, según Uribe, atañe a los corales, que al degradarse compiten por el espacio contra las algas. Cuando estos colapsan por completo ya no hay arrecife coralino sino de algas. Estos últimos no ofrecen los mimos servicios ecosistemicos, complementó el investigador.

Una de las principales recomendaciones, según Uribe, va encaminada hacia las autoridades al momento de conceder licencias ambientales.

“Entre los requisitos que hoy deben presentar los proyectos aspirantes es un estudio sobre la lista roja de especies. La idea es que, en un futuro, la lista roja de ecosistemas –que es lo que nosotros estamos haciendo– se pueda incorporar a lo normativo y que en zonas con peligro crítico no se pudieran hacer proyectos o infraestructuras”, puntualizó

Este diario consultó al Ministerio de Ambiente para conocer sus planes de conservación, pero al cierre de esta edición no hubo respuesta

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