En las terrazas de la comuna 13 de Medellín encontraron hace ya casi cuatro años una oportunidad para sembrar donde no hay tierra. La ciudad estaba saliendo de la pandemia; el hambre y la falta de oportunidades apremiaban. Muchos hogares estaban constituidos por madres cabeza de hogar que no tenían de otra que salir a trabajar, la mayoría como empleadas domésticas, a veces al otro lado de la ciudad, y dejaban solos a sus hijos. Entonces, Nene, como es conocido Carlos Alberto Sánchez, y su hermano Jéfferson, dos artistas y líderes sociales del sector, empezaron a preguntarse cómo hacer que los niños y niñas estuvieran más tiempo con sus mamás.
Pensando en eso se les ocurrió la idea de sembrar en los techos de cemento, una estrategia que hoy ven consolidada, que ha recibido apoyo de la empresa privada y que se constituye además como una apuesta para combatir la inseguridad alimentaria. El primer reto en su camino fue la falta de tierra. ¿Cómo decirles a las madres que cultivaran en las terrazas de sus casas? ¿Cómo convencerlas de que así podrían encontrar una forma de sustento que les permitiera tener más tiempo para ellas mismas y para estar con sus niños y niñas?
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Nene recuerda que tras buscar soluciones conocieron la hidroponía, esa técnica que permite sembrar sin suelo, por medio de soluciones minerales. Hicieron el plan piloto en la terraza de su casa y les funcionó tan bien que pronto concibieron un plan de negocios: querían vender lo que creciera en esos espacios a cielo abierto desde donde los habitantes de San Javier tienen una vista privilegiada de la ciudad. Las llamaron Terrazas Verdes.
¿Qué son las Terrazas Verdes de la comuna 13 de Medellín?
Cuando buscaron apoyo para sacar adelante un proyecto de esa envergadura, la Fundación Éxito fue la primera que les tendió la mano, pero entonces no se imaginaban que tendría un crecimiento tan grande como el que muestran hoy en día ni, mucho menos, que la idea se replicaría en otras ciudades del país. Diana Pineda, directora de la fundación, recuerda que para ese 2021 empezaron con cinco terrazas. Lo hicieron convencidos, dice, de que “erradicar la desnutrición en Colombia es posible” y, por eso, se unieron a través de la estrategia Cultivando Oportunidades, con la cual cofinancian proyectos de sistemas agroalimentarios que terminan contribuyendo a mejorar la condición nutricional de los niños y sus familias.
Cuando las lechugas comenzaron a crecer en los cultivos hidropónicos de esa comuna que ha resistido como casi ninguna otra en Medellín los embates de la violencia y la desigualdad, otras empresas se sumaron. Nene cuenta que encontraron apoyo en compañías como Avianca, Nutresa, Postobón y Compured, entre otras, pero también en artistas como J. Balvin, Sebastián Yatra o Piso 21. La próxima semana, por ejemplo, arranca el montaje de una nueva terraza con apoyo de Atlético Nacional.
“Hoy son 40 terrazas en todo Colombia”. Nene lo cuenta con orgullo mientras esboza una sonrisa desde una de estas huertas urbanas de San Javier, la que queda en la terraza de la Institución Educativa La Independencia. Los módulos instalados dejan ver la variedad de los cultivos: lechuga lisa, crespa, morada y romana; albahaca verde y morada; acelga, kale y cogollo europeo. Las hojas son perfectas, los colores preciosos y los productos orgánicos, de tan buena calidad, que el líder comunitario no duda en decir que son de categoría premium.
Al colegio llegan con frecuencia grupos de extranjeros, muchos de ellos de universidades internacionales, que quieren conocer la propuesta. No porque sea novedosa en el sentido técnico, sino porque se gesta justamente con un carácter social que ha dado buenos resultados y que puede ser referente para proyectos similares en otros lugares. Entre las 37 terrazas verdes de la comuna 13 la Fundación Éxito apoya 12, pero también ayudó a replicar la idea en otras zonas del país, con dos más en Siloé, Cali, y una en Ciudad Bolívar, Bogotá.
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En esas dos ciudades la iniciativa se ha tejido de acuerdo con los contextos específicos de cada comunidad. La directora Pineda explica que las dos de Cali, por ejemplo, buscan ser una fuente de ingresos para víctimas de la violencia que quedaron con secuelas físicas. Por su lado, el proyecto en Bogotá no se denomina terrazas, sino solares, porque son estos los espacios usuales en la zona, pero también incluyen cultivos hidropónicos para contribuir a la seguridad alimentaria de los hogares.
Y como una contribución a la seguridad alimentaria también ven las terrazas en la comuna 13 aquellos que forman parte del proyecto. Yazmín Elena Vásquez es madre soltera de cinco hijas, dos de las cuales aún son menores de edad. Por eso, cuando supo de esta idea, en 2022, en medio de su proyecto fallido de venta de obleas y cremas en la casa, buscó la forma de trabajar en una de las terrazas verdes con el ánimo de no dejar a sus niñas solas.
En diciembre de ese año conoció la iniciativa y se enamoró de ella. Al principio tuvo que quitarse el chip de que la siembra solo podía ser en la tierra, empezó a capacitarse en cultivos hidropónicos con otras mujeres del barrio y poco a poco ganó experiencia: “Me ha gustado mucho poder avanzar como mujer, saber que soy capaz de aprender nuevas cosas, de tener un sustento económico, pero lo más importante es poder estar con mis dos hijas de 16 y 11 años, de no dejarlas solas todo un día por irme a trabajar”.
Es jueves en la mañana y Yazmín llega a trabajar en la terraza de la Institución Educativa La Independencia. Cumple algunas labores y al cabo de una hora regresa a casa por Hannesley, su hija menor. Llegan juntas, a eso de las 10:00 a. m., y toman la media mañana juntas cerca de las lechugas verdes que sobresalen en las camas de los cultivos. Es una rutina ganadora para la madre, pues la niña estudia en ese mismo colegio y allí puede hacer tareas mientras llega el mediodía y comienza su jornada escolar. Llevan la coca del almuerzo y se lo comen allí, también juntas.
Nene resalta que la jornada laboral de las más de 25 madres que forman parte del proyecto en la comuna 13 no duran más de cuatro horas y que aunque funcionan como una empresa cuentan con la flexibilidad que ha caracterizado la iniciativa desde el principio. Son más que mamás solteras, las beneficiarias se traducen en 25 hogares que tienen una doble oportunidad. Por un lado, tener niños y niñas en entornos protectores, bajo el cuidado que les permita estar lejos de los riesgos que implica estar solos mucho tiempo.
Juan Carlos Burgos, nutricionista de la Fundación Éxito que acompaña este proyecto, explica que también brindan asistencia en la ruta de comercialización de los productos que cultivan, uno de los grandes logros que han tenido, pues no solo venden a restaurantes de la ciudad, sino también en el Éxito de Laureles, en la comuna 11 de la ciudad. Y Nene confirma que cada semana sale producción de las terrazas. Cuentan además con una metodología que permite que las mamás que no viven en un lugar con este espacio pueden vincularse porque el proyecto alquila terrazas en otras casas y las habilitan con el apoyo de las empresas y personas que se van sumando.
La directora de la fundación explica además que en el caso de San Javier, los hijos de las beneficiarias se encuentran dentro del sistema educativo, los más pequeños en Buen Comienzo, con lo cual se afianza la atención a la primera infancia para que tengan un desarrollo integral. “Las mamás están entonces ejerciendo ese liderazgo en las terrazas y eso permite que puedan estar al pendiente de sus hijos y no tengan que estar ausentes; tienen unos ingresos mensuales que contribuyen a mejorar su economía y esto también es una forma de hacer protección y contención emocional en estos hogares para los niños y para las familias”, apunta.
Iniciativas valiosas en medio de la inseguridad alimentaria que persiste
Las Terrazas Verdes son una iniciativa que cobra importante valor en un contexto en el que persisten problemas como la inseguridad alimentaria en los hogares, una de las alertas que en los últimos días hizo la Fundación Éxito para todo el país. Según el más reciente informe que presentó esta entidad y que elaboró en articulación con la organización Pandi, con base en datos del Dane, “en 2023, el 24,7% de los hogares colombianos enfrentó inseguridad alimentaria moderada, mientras que en el 4,8% la situación fue grave”. Y lo más preocupante es que los niños y niñas sufren en alto grado los efectos del hambre y la pobreza que, a su vez, afectan en mayor grado a hogares con jefatura femenina.
Asimismo, las entidades recordaron que de acuerdo con el Índice de Desnutrición Crónica, que consolida datos oficiales hasta 2022, Antioquia se encuentra entre los departamentos mejor librados en este problema, en parte debido a la articulación entre los gobiernos y el sector privado. En esta medición el departamento se ubicó en la categoría sobresaliente, al igual que Medellín.
Aun así, municipios como Abriaquí, Amalfi, Andes, Briceño, Campamento, Caracolí, Chigorodó, Dabeiba, El Bagre, Frontino, Hispania, Ituango, Jardín, Murindó, Mutatá, Necoclí, Nechí, Peque, Puerto Nare, Remedios, Salgar, San Francisco, San José de la Montaña, San Juan de Urabá, San Pedro de Urabá, San Roque, Segovia, Tarazá, Turbo, Uramita, Urrao, Valdivia y Vigía del Fuerte se ubicaron en esa medición en alto riesgo.
El problema no pasa desapercibido. Solo hace unas semanas, la Gobernación de Antioquia anunció que los casos de desnutrición aguda en niños menores de 5 años serán considerados como “eventos centinela”, es decir, bajo una vigilancia especial, una mayor atención por parte de las autoridades de salud y las entidades encargadas de combatir el hambre. Esto con el fin de implementar acciones que permitan combatir el problema.
Y, de todas formas, ni en Medellín ni en otros municipios con buen desempeño en el departamento la desnutrición en niños y niñas está erradicada, por lo cual, para la directora Pineda hacen falta más estrategias como la de las Terrazas Verdes, con la premisa de que invertir en la prevención será siempre mejor que en la atención de los casos, en especial porque la desnutrición en los primeros años de vida deja secuelas que se prolongan a lo largo de la vida de las personas.
De ello también está convencido Nene, por lo cual dice que el proyecto abarca cinco componentes que van más allá de los cultivos. El primero es el comercial, como ya se explicó, lo que él llama “riquezas improbables”, porque en un principio las mamás no creyeron posible vender a almacenes como el Éxito lo que producían en unas terrazas de la periferia. El segundo es el psicosocial, que brinda acompañamiento a las madres y a sus hijos para resolver distintas situaciones que ocurren en los hogares, y que ofrece otras actividades como la de la semana pasada, cuando los llevaron por primera vez al estadio a ver un partido, justo el clásico entre Nacional y el DIM.
El tercero es el nutricional, con lo cual buscan que en la comunidad los niños y niñas tengan una alimentación adecuada, para lo cual implementan diversas estrategias de sensibilización y han hecho experimentos como los comedores comunitarios. El cuarto es el ambiental, con el que buscan contribuir a la reducción de la contaminación y convertirse en una despensa de alimentos desde la comuna para Medellín. Y el quinto es el artístico, porque para Nene, su hermano y sus compañeros de trabajo con quienes fundó Son Batá, “el arte es un aliciente, alimenta al alma”, por lo cual algunas de las terrazas tienen cultivos hidropónicos y tarimas donde se puede ensayar canto o baile.
Pineda resalta que las Terrazas Verdes son un proyecto alineado con los objetivos de desarrollo sostenible de fin de la pobreza; hambre cero; salud y bienestar; trabajo decente; y crecimiento económico, producción y consumo responsable. Por ello, entre las iniciativas futuras, la fundación también está trabajando en una alianza con la Alcaldía de Medellín para fortalecer a 96 agricultores urbanos de los corregimientos San Cristóbal y San Antonio de Prado.
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