En Torres de Benares, un edificio estrato 6 en la loma de Los González, varios vecinos aseguran que perdieron la paz por cuenta de los actuales ocupantes del apartamento que hasta hace seis meses habitó el exgobernador Luis Pérez Gutiérrez.
Hablan de fiestas extravagantes con música a alto volumen que no cesan durante toda noche, haciéndose insoportable, al punto de que las quejas han llegado hasta la Estación de Policía de El Poblado.
Uno de los habitantes del complejo le contó a EL COLOMBIANO que el problema es tan extremo que no ha bastado con acudir a la vigilancia interna y al poder de convencimiento del comité de convivencia, porque los causantes no hacen caso, ha sucedido tres veces.
El agravante es que, por lo visto, las rutinas de los ocupantes del apartamento 903 de la torre 1 no son muy convencionales, porque parte de los incidentes con sonido estridente que se extiende hasta el amanecer han acontecido hasta en días laborables.
“Las quejas han sido de varias personas, incluso de algunas que viven en la otra torre, porque el ruido en el aire se difunde más hacia allá”, expresó un vecino.
Además, no se trata de una incomodidad que lastime solo los oídos sino que han provocado nerviosismo, pues aseguran que se ha escuchado el estruendo por la rotura de vidrios y en una ocasión, en medio del zafarrancho, se habría dado un escándalo en el que alguien sacó un arma.
A este medio de comunicación le hicieron llegar fotos de preservativos usados que han aparecido en un techo inferior al del mencionado piso y que presumiblemente habrían sido arrojados desde el apartamento 903.
Algunos testimonios adicionales hablan de olor a marihuana en los alrededores, lo mismo que de la entrada de mujeres muy jóvenes y hombres con pintas extrañas, y de movimientos frecuentes de maletas con un celo que ha generado sospechas acerca de cuál será su contenido y el uso que les dan.
Torres de Benares se caracteriza porque todos sus apartamentos ocupan un piso completo, cada uno tiene piscina y ascensor que lo deja a uno en la propia sala, un lujo solo posible en nuestro medio para personas muy adineradas.
Luis Pérez tuvo por una década el penthouse identificado con el 903 como su vivienda principal, a la vez que la alternaba con permanencias ocasionales en la finca Las Brisas, ubicada a solo 15 minutos, en la vía de Las Palmas.
El político se ufanaba de la valiosa colección de arte que albergaba allí, con originales de varios artistas de renombre nacional e internacional que cuestan una verdadera millonada.
Documentos muestran un pasado que deja algunas suspicacias pues comprueba que se cumple el mismo patrón sombrío que pesa sobre otros bienes del exalcalde de Medellín.
Vale la pena recordar que Pérez fue afectado en julio del año pasado con la extinción de dominio sobre la hacienda Torrealta, una extensión de 550 hectáreas valorada en más de $74.000 millones y vinculada con la historia de violencia del país: entre los dueños anteriores a Pérez hubo narcos, paramilitares y defraudadores del sistema bancario, además de que el motivo de la toma de posesión por parte del Estado obedeció a que el postulado a la Ley de Justicia y Paz, Rodrigo Zapata Sierra, alias “Ricardo”, dijo que el megalote perteneció a Vicente Castaño tras una pugna por el pago de cuentas de drogas.
El certificado de tradición del 903 de Torres de Benares indica así mismo que por cinco años estuvo entre los bienes de la familia Ochoa Vásquez, los fundadores del cartel de Medellín.
La propietaria en papeles entre octubre de 1991 y octubre de 1995 fue Sonia Helena Ochoa Quijano, la esposa de Juan David Ochoa (fallecido a mediados de 2013). En el caso de Las Brisas, los antiguos dueños eran contratistas de obras públicas que tuvieron contratos con el Departamento en el periodo en que Pérez fue gobernador de Antioquia y alcalde de Medellín.
El 903 de Torres de Benares lo adquirió Pérez en junio de 2012 por $530 millones, aunque hoy puede costar más de cuatro veces esa cantidad.
Si bien el exfuncionario hacía de vez en cuando fiestas o reuniones, rara vez eran un problema significativo y hasta resultaba un honor “chicanear” con que el vecino era un funcionario importante.
No obstante las cosas cambiaron desde que la Fiscalía le quitó Torrealta y se sembró una sombra sobre la adquisición de sus bienes.
Un vecino asegura que el exgobernador comenzó a sacar cosas a cuentagotas y que, en esas, fue objeto de un robo pero de manera extraña se habría negado a reportarlo.
Después cundió la voz de que le había vendido el apartamento a un australiano y que le ofrecieron $300 millones más del precio convenido si se apresuraba a dejarlo vacío. Comenzando diciembre, Perez se trasteó con el mobiliario voluminoso y sus pinturas.
Una carta con fecha del 9 de diciembre pasado y firmada por el gerente de una empresa que dice manejar el inmueble, le presenta los nuevos propietarios a la administradora de Torres de Benares. Se trata de un extranjero y una colombiana, quien sería su pareja, los mismos que han tenido que contestar las preguntas de las autoridades sobre los escándalos, pero extrañamente una consulta reciente del registro de propietarios del país muestra a Pérez, el político de 71 años, aún como el dueño del inmueble.
Buscamos la versión de Pérez pero al cierre de esta edición no la habíamos logrado porque no le entró la llamada y al parecer tampoco tenía cobertura por web porque el mensaje de Whatsapp no le llegó. También llamamos a quienes se presentaron como nuevos propietarios del 903 y alguien que dijo ser su representante sostuvo que solo una vez les han llamado la atención por la bulla y lo resolvieron bajándole el volumen a la música (ver: ‘Solo una vez nos han regañado’).
