Lo verdaderamente difícil es encontrar el lugar en el mundo. Después de lograrlo, es posible medírsele a cualquier desafío por complicado que parezca. Con esa convicción, Daniel Restrepo, juno a Adriana Bedoya, su madre, y su entrenador Walter Saldarriaga, se trazaron como meta recoger en apenas tres semanas un total de $30 millones para que Daniel pueda estar en el Campeonato Mundial de Taekwondo en Baréin, en el Golfo Pérsico.
Daniel es un taekwondista paralímpico de 21 años oriundo de Medellín. Descubrió este deporte hace casi seis años. Meses antes de dejarse atrapar por esta actividad, había ingresado al Semillero de Investigación en Discapacidad del Politécnico Jaime Isaza Cadavid, un espacio que sirve de agencia de práctica para estudiantes de licenciatura en Educación Física, donde se atienden 82 familias de personas con discapacidad mediante un modelo de atención centrado en familia.
Daniel comenzó en el semillero una práctica de baile, pero solo meses después el profesor Walter Saldarriaga le mostró y él y a su madre el mundo del taekwondo, y bastó solo con un ensayo para que conectara completamente con este deporte, tal como lo cuenta Adriana.
Walter, entrenador de selección Colombia en este deporte, le propuso un ambicioso proyecto al Politécnico para adaptar esta disciplina a la actividad paralímpica y se trazó como meta lograr llevar a varios de los deportistas a participación en competencias nacionales. En el Jaime Isaza confiaron en él, y rápidamente esos objetivos se quedaron corticos.
Daniel pasó rápidamente de la exploración al rendimiento y se convirtió en experto en pomsae, modalidad que consiste en ejecutar esquemas establecidos, simulando un combate en el que se destaca la precisión y la potencia de las técnicas del taekwondo. Y las competencias fueron llegando: primero los departamentales y luego los nacionales y la Copa Federación. Daniel comenzó a acumular cinturones y primeros lugares, y finalmente en la competencia organizada por las Fuerzas Armadas, uno de los eventos más exigentes en el circuito nacional, Daniel quedó segundo en su modalidad y atrajo la atención de los encargados de otorgar el aval para expandir el horizonte y participar en las competencias internacionales.
Para asistir al Campeonato Mundial organizado en Veracruz, México, a finales de 2023, la familia de Daniel hizo rifas, vendió sancochos y recibió donaciones para poder completar el dinero que les permitiera al deportista, a su madre y al entrenador asistir al evento internacional con el que empezó el largo y difícil camino para sumar los puntos suficientes para estar en los Juegos Paralímpicos, el gran sueño que se abrió luego de que el Comité Paralímpico decidiera incluir esta disciplina en Los Ángeles 2028. Y Daniel no falló: terminó segundo y comenzó a posicionarse en el ranquin para ser uno de los representantes de Colombia en la cita olímpica.
Pero la oportunidad llegó con trampita. La inclusión del taekwondo en los Paralímpicos de Los Ángeles 2028 cogió a todo el mundo desubicado. Las competencias internacionales tuvieron que adaptarse rápidamente a los tiempos, y eso implicó, por ejemplo, que la siguiente parada mundial, en Baréin, que se iba a realizar en 2025, se corriera de afán para el próximo 26 y 27 de noviembre. A Daniel le avisaron hace apenas ocho días. Y solo tienen hasta finalizar octubre para confirmar su presencia, adquirir tiquetes y adelantar todos los trámites pertinentes.
Para resumir el panorama, ahora la familia de Daniel tiene solo tres semanas para llevar a cabo una campaña similar a la que hicieron durante meses para el deportista estuviera en Veracruz. Esta vez no hay tiempo para rifas elaboradas ni organizar eventos para recaudar fondos. La única manera que tienen para acercarse a ese objetivo es que muchas personas se animen a sumar esfuerzos y mediante contribuciones económicas se puedan acercar a la cifra de $30 millones que les permitiría cubrir los gastos necesarios. Es un escenario difícil, pero no los amilana.
“Su entrenador y yo le decimos que no se preocupe, que él se enfoque en su deporte y nosotros en lo demás, con ese trabajo en equipo tenemos que sacar adelante esto. Además, lo verdaderamente difícil era encontrar su lugar en el mundo, y él lo logró con mucha disciplina para entrenar día y noche, en el coliseo y en la casa. A él esto se le volvió su proyecto de vida y, a pesar de que tiene varias patologías delicadas además del síndrome de Down, él entrena y compite no con el 100%, sino con el 200%”, relata su madre, quien resalta también la decisión con la que el entrenador Walter logró adaptar el taekwondo como parte del proyecto de investigación del Poli y convertirlo en una estrategia capaz de responder en el alto rendimiento del deporte internacional.
Quien quiera sumarse al sueño de Daniel puede realizar su aporte a la cuenta de ahorros Bancolombia #30931620530, a nombre de su madre, Adriana Bedoya.
