Han pasado 15 años desde aquellas recordadas votaciones de 2005 a la Asamblea Nacional, en que la oposición venezolana decidió no presentarse, argumentando que no existían garantías suficientes para que el voto fuera secreto y que el Consejo Nacional Electoral (CNE) no generaba la confianza que los comicios requerían. Hoy, la historia parece a punto de repetirse, con un ingrediente adicional: una “guerra fría” de señalamientos y contradicciones entre el presidente interino Juan Guaidó y el líder político Henrique Capriles.
Dichas tensiones parecen favorecer nuevamente a Nicolás Maduro, quien ha dicho que las urnas se abrirán el próximo 6 de diciembre “sea como sea”. El pasado lunes y apegándose a la estrategia propuesta por Guaidó, al menos 30 partidos políticos que conforman la mayoría opositora firmaron un pacto para abstenerse de participar en el proceso electoral.
Al presentar mediante una transmisión en vivo la decisión, Guaidó llamó a las Fuerzas Armadas, aliadas de Maduro, a rechazar las elecciones: “Reconocemos claramente el valor de cada sector de la sociedad y los invitamos a este pacto unitario, a la Fuerza Armada. Estamos dispuestos a sentarnos una vez más con los que sean necesarios para lograr una transición”, expresó.
La confianza de Guaidó está puesta en que la comunidad internacional rechace y desconozca unos comicios sin participación de la oposición y que el oficialismo, aún siendo el obvio vencedor en las urnas, se vea obligado a ceder y establecer “puentes” para la salida de Maduro del poder.
Pero Capriles, dos veces excandidato presidencial, decidió no sumarse a esa idea. “No nos vamos a resignar, no le vamos a regalar a Maduro la Asamblea Nacional, ni le vamos a regalar nada. Siempre será mejor jugar a la democracia, siempre”, dijo paralelamente en sus redes sociales e invitó a acudir masivamente a los puestos de votación.
¿Qué se puede esperar entonces de la campaña por venir? Benigno Alarcón, director del Centro de Estudios Políticos y Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello, en Caracas, asegura que “el desacuerdo en torno a participar o no en las parlamentarias ha generado el peor cisma de la oposición en los últimos 20 años, en donde el gran ganador es el gobierno”.
Un escenario azuzado por el indulto que el régimen de Maduro otorgó a 110 opositores que permanecían presos o exiliados, entre ellos 26 parlamentarios, el pasado 31 de agosto. Mientras el chavismo asegura que se trata de un gesto de reconciliación, otros sectores lo han visto como un intento de manipular opositores. Así lo considera Américo de Grazia, uno de los legisladores indultados, quien afirma que “Maduro busca crear una oposición a su medida, complaciente”.
Los indultos se dieron en medio de negociaciones entre Capriles, el diputado Stalin González y el oficialismo. Una iniciativa que Guaidó desconoció y la tildó de “inconsulta y a título personal”.
Sobre la postura adoptada por Guaidó y su invitación a no votar, Luis Vicente León, de la firma Datanálisis, comentó que “la abstención pasiva parte de un error, el error de que todo el mundo te va a reconocer permanentemente sin límite como gobierno interino”.
Una postura que coincide con la expresada por Capriles hace una semana: “¿Cuál es el plan?, ¿Jugar a ser presidente por internet? A Venezuela hay que salvarla, compañeros, ¡salvarla!”.
No está claro el rol que Capriles desempeñará en las votaciones. Pero mientras el analista de la Universidad Central de Venezuela, Luis Salamanca, considera que “causaría más división porque estaría actuando como una suerte de llanero solitario”, León estima que el líder “está jugando a la posibilidad de resolver algunos temas de corto plazo que no son menores, porque soltar 80 presos políticos, liberar a los diputados exiliados, no es menor”
Mientras que el politólogo Jesús Castillo-Molleda cree probable que “algunos opositores que rompan el boicot obtendrán al menos el 30 % del parlamento. Pero figuras como Guaidó se irán al exilio y serán olvidados”.
