Al Papa Francisco no todos lo escuchan. Mientras envía mensajes de acogida a los migrantes, refiriéndose a los botes que son rescatados en aguas de Europa y que naciones como Italia se niegan a recibir, el ministro del interior de ese país, Matteo Salvini, emprende una cruzada para limitar la navegación de los barcos de organizaciones humanitarias y cerrar sus fronteras marítimas a los que migran de manera irregular.
Y no es el único caso. En América el Sumo Pontífice se ha encontrado con comunidades indígenas de Brasil, Colombia y Perú, enfatizando su mensaje de protección al ambiente a través de las pueblos tribales. Este es un punto que hace parte de su agenda como jerarca de la Iglesia debido a que en octubre realizará el Sínodo de la Amazonía.
Pero esa cruzada que emprendió parece no surtir efectos en Brasil. El presidente Jair Bolsonaro arremetió contra las comunidades desapareciendo las entidades del Estado que los protegen o disminuyendo su presupuesto, proponiendo abrir sus territorios para la explotación y con una bandera que anunció desde su candidatura de no respetar a los pueblos que viven en aislamiento voluntario.
“El Papa está chocando con todos los que en Europa y en Estados Unidos son políticos ultraconservadores que construyen muros y no puentes”, sentencia el analista papal José Manuel Vidal. No es una confrontación política, Francisco no tiene la bandera de ningún partido. Esas diferencias se hacen visibles cuando el pensamiento que comparte choca con la ideología de los políticos que lideran esos países.
¿Un Papa es político?
Francisco y sus antecesores ostentan dos roles: jefe del Estado del Vaticano y jerarca de la Iglesia. Son figuras públicas cuya imagen se fortalece en sus discursos y apariciones. Cada domingo, desde su Eucaristía, envía mensajes: los enfermos, abandonados, niños, migrantes, ancianos, el ambiente y otros temas más.
Respecto a sus discursos, hay dos lecturas. La primera es la de analistas que ven en su labor un ejercicio político constante. La segunda es de aquellos que ven un mensaje de la Iglesia.
“El poder espiritual es importante, pero la influencia solo se puede hacer a través del ejercicio de la política”, afirma el director del área de Historia Medieval de la Universidad Pablo Olavide de Sevilla, José María Miura.
El profesor, experto en temas eclesiásticos, va más allá: “toda la actividad de un Papa es política y lo que haga será identificado como un signo”.
Mensaje, signo, predicación o Evangelio, hay una segunda visión del discurso: el que envía como cabeza de la Iglesia. En este punto, el experto en temas de comunicación y de la Iglesia de la U. de la Sabana, Juan Camilo Díaz, asegura que “lo que mueve a un Papa a meterse en temas políticos es el bien común”.
¿Francisco, peronista?
Al jerarca católico ya le dedicaron un libro: Francisco, el Papa Peronista, del escritor Ignacio Zuleta, que muestra una supuesta influencia que tuvo en la política Argentina.
Con un relato de un presunto acercamiento que tuvo con Cristina Fernández, la expresidenta, el escritor asegura que la mujer que en este 2019 es candidata presidencial habría dicho que “este Papa es peronista”.
Perón fue cercano al pueblo y a la clase social trabajadora, y ese es un punto de encuentro que el analista político de ese país, Jorge Castro, identifica entre esta ideología y el pensamiento de Francisco.
Mientras en Argentina sus mensajes cercanos al pueblo parecen converger, en Brasil e Italia tropiezan con los de Bolsonaro y Salvini. El primer país está en medio de una campaña política para elegir al próximo mandatario. Los otros dos, con políticos de derecha aferrados al mando, encabezan gobiernos con banderas claras: dar la espalda al migrante y al ambiente. Esas luchas de Bolsonaro y Salvini están lejos de apagarse, como tampoco los mensajes de Francisco, posiciones que enfrentaron sus discursos.