El presidente de Rusia, Vladimir Putin, desplegó una nueva ofensiva, ahora verbal, contra Ucrania y su gobierno luego de completar año y medio de la invasión que ejecutó sobre este segundo país y que desencadenó una guerra.
En efecto, el nuevo relato que quiere potenciar Moscú, con antecedentes en los inicios de la injustificada invasión, es que los ucranianos son un pueblo neonazi que, desde la perspectiva del mandatario ruso, quiere acabar con su patria. Y así lo ha venido repitiendo en diversos escenarios, incluso internacionales, para intentar ganar respaldo a su bando.
Este fin de semana, por ejemplo, aseguró que su homólogo ucraniano, Volodimir Zelenski, quien además es de origen judío, es una “vergüenza” para ese pueblo. Incluso, fue más allá y advirtió que, por eso mismo Kiev tiene al mando una administración de “neonazis”.
“Tengo muchos amigos judíos desde mi infancia. Y ellos me dicen que Zelenski no es judío, sino la vergüenza del pueblo judío. No estoy bromeando”, declaró el mandatario ruso en un foro económico en San Petersburgo, al que AFP no pudo acceder porque no se le facilitó su acreditación.
Bajo esa tesis, Putin y su séquito vienen afirmando que el trato de Ucrania a los rusohablantes dentro de ese territorio es comparable a las acciones de la Alemania nazi, duras acusaciones que fueron de inmediato rechazadas por el gobierno ucraniano y la comunidad judía del país.
Tras las declaraciones de Putin, el gran rabino de Ucrania dijo que estaba orgulloso de Zelenski. “Y no solo yo, creo que todo el mundo está orgulloso de él”, afirmó el rabino Moshe Reuven Azman a la agencia de noticias ucraniana Unian.
“No huyó y está haciendo todo lo posible para ayudar al pueblo ucraniano”, agregó.
Por su parte el empresario y filántropo ucraniano Victor Pinchuk, que recordó que él mismo es de herencia judía, dijo que “Zelenski es la encarnación de la lucha por la libertad, y la libertad es uno de los principales valores del pueblo judío”, según un comunicado publicado por su fundación.
Pero lo dicho por Putin no paró ahí. Además de cargar verbalmente contra Ucrania, país sobre el que desplegó una guerra que deja más de 25.000 muertos y por lo menos 9 millones de personas desplazadas, el mandatario ruso aseguró que sus gestas marcan el fin de lo que él mismo calificó como “neocolonialismo”.
El líder ruso, en el foro económico anual en San Petersburgo –que tuvo mucha menos presencia internacional–, aseguró que “el feo sistema neocolonial de relaciones internacionales ha dejado de existir, mientras que el orden global multipolar se está fortaleciendo”. Y agregó: “Esto es inevitable”.
El presidente ruso denunció en varias ocasiones el dominio de Estados Unidos en la política internacional y trató de presentar la ofensiva rusa en Ucrania como una batalla contra el Occidente decadente.
Es una narrativa con la que quiere justificar que su invasión a Ucrania es una forma de romper la hegemonía de occidente, en un claro intento de revivir los discursos de cuando existía la Unión Soviética y se hablaba de una batalla entre comunismo y capitalismo.
Por eso, Putín también acusó a los países occidentales de negarse a dialogar con Rusia y sugirió que a Occidente le gustaría mantener conversaciones en el futuro.
“Y veremos en qué momento y de qué podemos hablar con ellos”, advirtió Putin.
Hablando sobre la economía de Rusia, admitió que el segundo trimestre del año pasado había sido “el más difícil”, ya que Occidente castigó a Rusia con sanciones sin precedentes. “Podemos decir con confianza: la estrategia elegida en ese momento tanto por el Estado como por las empresas rusas funcionó”, agregó.
También afirmó que alrededor de la mitad de los rusos que habían abandonado el país después del inicio de la ofensiva en Ucrania ya habían regresado.
Y toda esta diatriba la lanzó en la misma semana en que confirmó que Bielorrusia ya tiene ojivas nucleares enviadas desde Moscú. Una amenaza fuerte a Occidente que apoya a Ucrania en esta guerra.
Descartan la ayuda de África
El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, rechazó la oferta de mediación presentada por una delegación africana y lo consideró “engaño” de Moscú. Esto, en todo caso, coincidió con la contraofensiva lanzada por Kiev. “Autorizar cualquier tipo de negociación con Rusia, cuando el ocupante está en nuestra tierra, equivaldría a congelar la guerra, congelar el dolor y el sufrimiento”, dijo el ucraniano en una rueda de prensa conjunta con los dirigentes africanos en Kiev. Y el presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, al frente de una delegación de mediadores africanos para el conflicto ucraniano, llegó a Moscú, donde también se rechazó su oferta.