Jorge Mario Bergoglio, quien eligió el nombre papal de Francisco en honor a San Francisco de Asís, murió a sus 88 años este lunes 21 de abril de 2025, a las 7:35 de la mañana (tiempo de Roma) en casa Santa Marta, después de una batallar con una neumonía bilateral que desencadenó en un ictus cerebral (derrame cerebral), coma y colapso cardiocirculatorio irreversible.
La muerte del sumo pontífice representa un momento crucial para la Iglesia Católica debido al simbolismo que hay detrás, pero también llena de dolor a más de 1.400 millones de católicos en el mundo, quienes fueron testigos de su vida y obra.
En su testamento, el papa Francisco pidió que su sepulcro sea sencillo y en una basílica de Roma dedicada al culto de María. “Sintiendo que se acerca el ocaso de mi vida terrenal y con una viva esperanza en la vida eterna, deseo expresar mi voluntad testamentaria únicamente en lo que respecta al lugar de mi sepultura”, escribió el jesuita argentino, con fecha del 29 de junio de 2022.
Del mismo modo, dio instrucciones precisas sobre su lugar de descanso, “el nicho ubicado en la nave lateral entre la capilla Paolina (capilla de Salus Populi Romani) y la capilla Sforza de la mencionada basílica papal”. Además, Francisco solicitó un sepulcro “de tierra, sencillo, sin ninguna decoración particular y con una única inscripción: Franciscus”.
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El papa argentino se caracterizó por tener un espíritu joven, pues era querido por las nuevas generaciones que veían en él a una persona cercana, que le gustaba el fútbol, el deporte y a un gran viajero por el mundo para dar un mensaje de esperanza.