Las negociaciones para que el socialista Pedro Sánchez sea elegido presidente del Gobierno entran en un tramo decisivo, mientras el Parlamento reserva fechas antes de que acabe el año para una eventual sesión de investidura.
El partido socialista (PSOE) ganó las elecciones del pasado 10 de noviembre, pero con una mayoría insuficiente, por lo que necesita el apoyo de otros grupos parlamentarios para que Sánchez sea investido jefe del Ejecutivo en el Congreso.
Tras firmar un acuerdo con la coalición de izquierda Unidas Podemos, el PSOE negocia la abstención de los independentistas catalanes de ERC (republicanos de izquierda), con el fin de tener un nuevo gobierno cuanto antes, ya que el actual está en funciones (sin plenos poderes) desde el pasado mes de abril.
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La portavoz de ERC ya anunció el lunes que solo quedan “flecos” (pequeños detalles) para que culmine la negociación y ese mismo día el Congreso habilitó el 28, 29 y 30 de diciembre como jornadas hábiles, ante la posibilidad de que en esas fechas pudiera celebrarse el debate de investidura de Pedro Sánchez.
Investidura, en el mensaje de Navidad del rey Felipe VI
Felipe VI, tras consultar con los partidos políticos representados en el Congreso, propuso al líder socialista como candidato para presidente del Gobierno, y ahora, son los grupos parlamentarios los que deben negociar para sacar adelante la votación.
El monarca recordó el martes en su tradicional mensaje de Navidad que corresponde al Congreso otorgar o denegar la confianza al candidato propuesto y, por tanto, “tomar la decisión que considere más conveniente para el interés general de todos los españoles”, e instó a sus compatriotas a afrontar el futuro unidos y sin “caer en extremismos”.
La presidenta del PSOE Cristina Narbona, valoró hoy que el rey entendiera que ante los desafíos a que se enfrenta España “somos capaces como sociedad de enfrentarlos juntos”, como han hecho desde que viven en democracia, “gracias a una voluntad de consenso y entendimiento entre personas con ideologías muy diferentes”.
El rey también reconoció a Cataluña como una de las “serias preocupaciones que tenemos en España”, lo que provocó las críticas de los partidos independentistas catalanes y de otras formaciones nacionalistas.