El 11-S aún es un desafío y un episodio amargo

Estados Unidos conmemoró el aniversario número 15 de los atentados entre advertencias de una evolución del terrorismo.

EE. UU. realizó actos conmemorativos de los atentados del 11 de septiembre de 2001. FOTO afp

Con la lectura de los nombres de las 2.983 víctimas mortales, el sonido de las campanas de una iglesia y un tributo de luces en el lugar donde se derrumbaron las Torres Gemelas de Nueva York, Estados Unidos, recordó los ataques del 11 de septiembre del 2001 en su aniversario número 15.

En la mañana, seis intervalos entre campanazos revivieron los momentos en que cuatro aviones secuestrados por milicianos del grupo Al Qaeda impactaron contra el World Trade Center, el Pentágono y un terreno en Pennsylvania.

Una guardia de honor de policías y bomberos custodió las cascadas que hoy simbolizan los edificios derribados, donde 400 uniformados perdieron la vida buscando salvar a otros.

Las mutaciones del terror

El peor ataque en suelo estadounidense desde el bombardeo a Pearl Harbor en 1941 también motivó un discurso del presidente Barack Obama:

“Quince años podrían parecer mucho tiempo. Pero para las familias que perdieron una parte de su corazón ese día, imagino que pueden parecer que fue ayer”, dijo Obama desde el Pentágono, y añadió que “grupos como Al Qaeda y el Estado Islámico (EI) saben que nunca podrán derrotar a una nación tan grande y fuerte como EE. UU.”

El mandatario también resaltó que la amenaza que enfrenta hoy el país ha evolucionado desde aquel 11 de septiembre, y después de atestar “golpes devastadores a Al Qaeda” y acabar con Osama bin Laden, son los lobos solitarios quienes ahora atacan desde “Boston a San Bernardino u Orlando”.

Y es que si bien el 11 de septiembre “fue el fin de la postguerra fría, la imaginación se volvió realidad y se demostró cuánto había cambiado el mundo sin que nos diéramos cuenta”, Andrés Molano, internacionalista experto en temas de defensa de la Universidad del Rosario, fue sobre todo la respuesta de Estados Unidos y su guerra contra el terror la que aceleró procesos de transformación e incluso la evolución misma del terrorismo.

“Al Qaeda comenzó siendo una organización, luego se convirtió en una red y hoy es un imaginario, el del ‘alqaedismo’, que circula globalmente, alimenta a otros, inspira localmente y finalmente se asimila, hasta llegar a lo que vemos hoy con Estado Islámico o Boko Haram”, resalta Molano.

De acuerdo con Michael O’Hanlon, investigador en política exterior del Instituto Brookings, aunque la mayoría de los líderes originales de Al Qaeda están muertos o escondidos, “y parece que están débiles”, ellos llevaron a que Estados Unidos se lanzara a una guerra que ya completa 15 años y “dominan la temática de la agenda de seguridad nacional”.

O’Hanlon considera que grupos como el EI son herencia de ese gran estallido del 11-S con el agravante de que “son menos centralizados y están distribuidos por todo el mundo, de manera insospechada”.

En eso coincide Stephen Maurer, director del proyecto de Seguridad Nacional de la Universidad de Berkeley. Según dice, antes de Al Qaeda, casi todos los académicos pensaron que los terroristas prefirieron mantener la violencia debajo de los niveles que condujeran a una respuesta del Estado, “porque si trataran de competir contra el terrorismo de Estado, hasta estados débiles ganarían”.

No obstante, para él, Al Qaeda abrió una puerta distinta que otros grupos mantienen: “La puerta que prueba que ellos ahora son obsoletos, y nadie se daría cuenta de su existencia si las ambiciones de derramar sangre no se hubieran instaurado y siguieran siendo las mismas”, concluye.