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¿Cuántas personas mueren por falta de agua en el mundo cada hora?

Según el informe de la ONU, la crisis hídrica aumentará sus impactos.

  • Foto: Naciones Unidas
    Foto: Naciones Unidas
20 de marzo de 2019
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Cuando alguien muere de sed, como sucedió con 780.000 personas el año pasado según el informe de Naciones Unidas que se conoció ayer sobre acceso al agua el mundo, el cuerpo actúa como un mecanismo descompuesto, que colapsa desde adentro. La medida inicial para evitar el daño es disminuir la orina para ahorrar líquido, pero con las horas, comienza una lucha perdida por mantener la sangre circulando.

El resultado es que la piel deja de ser una barrera que protege del exterior y el riñón pierde su rol de purificador por falta de sangre. Al final, explica Hernán Aguirre, médico internista del Instituto Neurológico, la vida se reduce a un cuerpo inmóvil e intoxicado por sus propias sustancias que cae en la inconsciencia.

El planeta, ante la misma carencia, no seguiría un camino muy distinto. Así lo señalan los expertos consultados por EL COLOMBIANO y el informe de Naciones Unidas, el cual advierte que 2.000 millones de personas –el equivalente a 50 veces la población total de Colombia– sufre por esta carencia.

De hecho, en promedio, cada minuto del año pasado equivalió a una persona que moría por falta de agua. La mayoría de estos fallecimientos, señala el informe, fueron causados por la falta de acceso a este recurso de forma potable y al saneamiento, que sigue afectando a 4.500 millones de personas y deja muchas más víctimas que las guerras, las sequías y las inundaciones.

Servicio o privilegio

En el mundo, dice la ONU, las carencias no se reparten sino que se acumulan en los que tienen la situación más precaria. De las 159 millones de personas que todavía deben recolectar agua no tratada manualmente, el 58 % vive en el África subsahariana.

La inequidad no se detiene allí y se traslada a las diferencias entre blancos y negros e, incluso, entre hombres y mujeres.

Las mujeres del África subsahariana pasan 16 millones de horas al día en recolecciones en ríos y pozos, casi el triple del tiempo que destinan los hombres a esa tarea.

Entre las zonas rurales y urbanas, la brecha de acceso a agua en condiciones para la vida también es considerable. Esta puede ser un servicio generalizado en ciudades centrales de Angola como Uíge, donde el 80 % de las personas cuentan con ella, y a solo 300 kilómetros, en la población rural de Luanda, ser un privilegio escaso al que solo accede el 20 % de la población.

El informe señala que de cada tres personas que utiliza agua potable de forma segura, solo una vive en zonas rurales. De acuerdo con Dolly Palacio, doctora en Estudios de Desarrollo de la Universidad de Gales y profesora de la Universidad Externado, el caso de Colombia también refleja ese desbalance.

El líquido que sale de un grifo de Bogotá o Medellín, por ejemplo, viajó horas desde zonas rurales en las que este acceso está limitado solo para unos pocos, por lo que de acuerdo a la académica “hay un problema de justicia ambiental”.

Guerras por el agua

Jefferson Galeano, profesor de educación ambiental de la Universidad de La Sabana, afirma que este problema tiene que ver con la urbanización. Las ciudades, explica, desconectaron a las personas de ciertos ciclos naturales. En general, los ciudadanos dejaron de observar los ríos o el movimiento de las nubes para identificar sus dinámicas por falta de necesidad.

“Es imposible cuidar algo que no se entiende”, afirma. El riesgo, de acuerdo con el informe de la ONU, es que esta percepción de infinitud del recurso hídrico no frene a tiempo.

Cada año la demanda de agua aumenta un 1 %. Para 2050, el 52 % de la población, más de la mitad del mundo, estará en riesgo por esta razón y ciudades enteras, como la capital de Yemen, Sana’a, serán abandonadas al ser incapaces de suministrar este servicio a sus poblaciones.

Y ante carencias generalizadas, llega el conflicto. Según el informe de la ONU entre el 2000 y el 2009 hubo 94 confrontaciones armadas que tuvieron entre sus causas al agua. Estos se triplicaron en lo que va de esta década, llegando a 263.

En un mundo con sed, el uso de los ríos como demarcaciones entre los países adquiriría otro sentido. En cada Orilla, explica galeano, podrían decidir darle un uso distinto: generar energía o evitar la deshidratación de sus habitantes.

El problema se acentúa pues dos tercios de los ríos que se usan para definir las fronteras no tienen pactos para gestionarlos de forma cooperativa. Ese escenario es el que advierten los expertos y Naciones Unidas, aquel en el que el planeta, como un cuerpo enfermo, colapse desde adentro, desde los Estados nacionales, y muera de sed

Infográfico
Cada hora, 90 personas mueren por falta de agua
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