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Chile esquiva un nuevo estallido tras derrota de su constituyente

Gabriel Boric negocia con los partidos para determinar si hay una nueva elección de quienes deben redactar la nueva constitución o si incluye a sus voceros. Cedió tras el fiasco en las urnas.

  • El mandatario Gabriel Boric se reunió con los presidentes del Senado y la Cámara, Álvaro Elizalde y Raúl Soto. FOTO Presidencia de Chile
    El mandatario Gabriel Boric se reunió con los presidentes del Senado y la Cámara, Álvaro Elizalde y Raúl Soto. FOTO Presidencia de Chile
  • Los chilenos que estaban en contra del documento constitucional salieron a las calles a celebrar el resultado del plebiscito en la noche del domingo, el día del triunfo del “Rechazo”. FOTO EFE
    Los chilenos que estaban en contra del documento constitucional salieron a las calles a celebrar el resultado del plebiscito en la noche del domingo, el día del triunfo del “Rechazo”. FOTO EFE
06 de septiembre de 2022
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El resultado del plebiscito constitucional de Chile dejó dos cosas claras. La primera, que la ciudadanía rechazó masivamente el proyecto de Constitución que había escrito la Convención, una asamblea en la que la izquierda y los independientes eran mayoría. La segunda, que la sociedad sí quiere cambiar su carta magna, como lo dejaron claro el gobierno y hasta sus opositores.

El contundente triunfo del “Rechazo” con el 61,86% de los votos, muy por encima del 38,14% que respaldaron el “Apruebo”, y con una participación de 13 millones de los 15 millones de chilenas y chilenos habilitados para votar, dejó al presidente Gabriel Boric haciendo cuentas para tramitar otro proyecto. La nueva ruta ya está en discusión.

La jornada del domingo causó reacciones en toda la región por el significado que tenía el proceso mismo de cambiar la carta magna que fue escrita durante la dictadura de Augusto Pinochet, en 1980, un articulado que sentó las bases del modelo liberal del que otras naciones de la región duplicaron ideas.

Fue tal el revuelo que el mandatario colombiano Gustavo Petro cruzó la línea de la diplomacia apuntando que la decisión democrática del pueblo chileno “revivió a Pinochet”, apunte que le causó un caudal de críticas por dejar en entredicho la determinación que otro pueblo soberano tomó en las urnas.

Petro, lejos de recular, insistió en su hipótesis apuntando que “Pinochet esta en ciertos sectores políticos de América, en todos aquellos que piensan que hay que eliminar físicamente a su rival. El hombre que acabó con un gobierno haciendo morir a su presidente, que mató, torturó y desapareció miles e hizo una constitución aún vigente”.

En Chile, por el contrario, no reflexionan si el dictador vive o no con esa Constitución, si no que todas las fuerzas políticas se pusieron manos a la obra para buscar un acuerdo sobre el cómo convocar a otro proceso.

Y es que la discordia en la sociedad chilena no estaba centrada en si mantener en vigor o no el texto actual, sino en el cómo modificarlo y qué aspectos debía tener la versión para el siglo 21.

Es más, en el plebiscito de entrada que se celebró en octubre de 2020, el 78,28% de las personas estuvo de acuerdo en renovar el texto (ver gráfico). Esa proporción de votantes que apeló por el sí hace dos años es superior al 61,86% de quienes este 2022 rechazaron el texto que redactó la Convención, un compendio de 178 páginas que ya fue archivado.

Entonces, lo que viene para Chile es delinear la hoja de ruta para la redacción desde cero de una propuesta de constitución que tendrá que ser sometida a plebiscito. Ese proceso comenzó este lunes y tardará hasta dos años más, copando la agenda del gobierno de izquierda al que le quedan tres años y medio en el poder.

Boric baja la cabeza

En un Chile que votó por el “Rechazo” alguien tenía que ceder para buscar consensos y el primero en hacerlo fue el presidente. Su cambio de relato, más que la tarea de un mandatario que se queda sin respaldo, lleva a su historia política misma porque él llegó al poder gracias al proceso constituyente. Es su hijo.

En sus tiempos como diputado de la región de Magallanes fue uno de los legisladores que lideró el estallido social de 2019, que desde las calles presionó al expresidente Sebastián Piñera a convocar a un plebiscito de entrada al proceso constitucional.

Boric pasó de la militancia estudiantil al liderazgo de las manifestaciones. Ese pulso social hizo que su nombre se conociera más allá de su enclave del sur del país y catapultó su rótulo a un nivel que terminó sentándolo en el Palacio de la Moneda.

Ya como presidente manifestó públicamente sus simpatías con el “Apruebo”, por lo que el triunfo del “Rechazo” significó también una derrota para sus intereses.

Por eso, Boric puso sobre la mesa un cambio en su gabinete y se vaticina la salida de su ministra del Interior, Izkia Siches. Sus contrincantes le piden otra cabeza: la de su compañero de filas en las marchas estudiantiles, Giorgio Jackson, quien es el secretario general de la Presidencia.

Esos ítems son solo la primera línea de las largas conversaciones que tendrá que tener con sus contrincantes porque no puede llamar a otra convención en solitario. Por eso, el lunes se reunió con los presidentes del Senado y la Cámara, Álvaro Elizalde y Raúl Soto, y este martes tendrá encuentros con partidos para ponerse de acuerdo en las bases del nuevo proceso.

Por ahora, el único consenso es que Chile tendrá, sí o sí, un nuevo borrador de Constitución. En ese punto surge otro interrogante, ¿quiénes lo redactarán?

La tercera vía en la era Boric

Todas las encuestas anticipaban el triunfo del “Rechazo” en el Plebiscito y eso llevó a que desde julio el presidente estuviera mirando tras bambalinas que ruta tomaría cuando llegara el desenlace en las urnas.

“Tiene que haber un nuevo proceso constituyente”, había dicho el mandatario, una premisa que ratificó el domingo al conocer el resultado, agachando la cabeza con una simple sentencia: el pueblo habló.

El analista político de la Universidad de Valparaíso, Guillermo Holzmann, detalla que “el rechazo no es de derecha y eso lo tiene claro Chile. Está claro que se requiere una nueva Constitución, la tercera vía es constitucional y la crisis, más que afectar directamente al gobierno, está en la política en sí”.

El proyecto que fracasó fue escrito por 154 constituyentes, en una plenaria con igualdad entre hombres y mujeres, y que fue elegida en las urnas en 2021. Empero, esa asamblea tenía una particularidad: más que participación de grupos políticos, tenía protagonismo del movimiento social.

Ahora el primer debate que enfrenta la clase política es cómo conformar la nueva convención. En el ramillete de opciones está llamar a otra elección de constituyentes, que los partidos presenten listas para garantizar que todas las voces consigan un asiento, ver qué tanta influencia podría tener el Congreso actual dentro del proceso y decantar el papel de la academia en la redacción de la segunda propuesta.

El abogado Francisco Pinochet apunta que en este momento no están los mecanismos constitucionales claros. “La ciudadanía no quiere que sea el mismo Congreso el que modifique el articulado. Pero hay que decir que la gente quiso que fuera el pueblo el que hiciera la Constitución y al pueblo le fue mal. Por eso el desafío del Congreso, junto con el Gobierno, es generar mecanismos”, sentencia.

Para este nuevo comienzo la diferencia inicial entre los constituyentes que terminaron su mandato y los que sean designados este 2022 es que habrá más participación de los sectores políticos y no de actores independientes.

La paridad de género entre los convencionales se mantendría, así cómo la participación de los indígenas dentro de la asamblea porque los pueblos representan el 12,8% del censo del país.

Sin embargo, no se puede olvidar que su protagonismo en la convención anterior –que terminó declarando a Chile como un Estado plurinacional– fue el talón de Aquiles que usó la derecha para deslegitimar el texto del Rechazo.

Los analistas apuntan que el reconocimiento de los derchos de la mujer, de las disidencias sexuales –como se le llamó a la comunidad LGTB en el anterior articulado– la protección del ambiente y la búsqueda por mejorar los derechos de las personas se mantendrían en versión 2.0.

Lo que no caló del proyecto

Lo que sí está en discusión es la participación entre el sector privado y el público en asuntos como la educación. En el anterior borrador se pensaba que la educación tenía que ser financiada con dineros del Estado, precisamente porque uno de los reclamos del estallido social fue la dificultad para accerder a esta, pero entre los chilenos hay quienes desconfían de la calidad de la educación pública y prefieren tener la opción de elegir entre los dos sistemas.

Asimismo, se apuntaría a que el nuevo texto no hable de Chile como un Estado plurinacional sino multicultural, reconociendo la existencia de las etnias indígenas dentro del país, pero sin elevar su estatus.

Ese punto es determinante para entender el debate que surgió por el borrador de carta magna. A diferencia de la Colombia que se trazó en 1991, en Chile no hay un reconocimiento a los pueblos indígenas desde la carta magna, estos carecen de participación política –acá sí hay escaños garantizados para su representación en el Senado y en la Cámara– y tampoco se ha legitimado la justicia indígena.

Otro reparo del “Rechazo” es que el borrador anterior transformaba el Congreso –que actualmente tiene un Senado y una Cámara de Diputados– para conformar un legislativo con un Congreso de Diputados y Diputadas y una Cámara de las Regiones, cada uno con incidencias diferentes en la creación del normas. Por eso, la existencia del Senado se mantendría dentro de las conversaciones.

Esos diálogos apenas comienzan y se proyecta que para el final de esta semana Boric decante con precisión las líneas del segundo proceso constituyente que tendrá Chile en menos de tres años .

“Nadie le dio importancia a Petro” : Francisco Pinochet, abogado chileno

¿A qué se debió el rechazo?

“A los excesos y la estatización. Los chilenos ya conocen el sistema chavista, el cubano y a la Unión Soviética y nadie quiere ese tipo de sistema. Queremos que se arreglen los problemas de salud, educación y pensiones, pero no que el Estado pase a ser dueño de todo porque los chileno saben que el Estado administra muy mal”.

¿La mala popularidad de Boric tuvo algo que ver o el texto se caía solo?

Creo que se caía por sí solo y Boric tampoco ayudó. Él no ha hecho nada en este gobierno, estuvo haciendo campaña y no gobernando y también le pasaron la cuenta a él”.

El presidente de Colombia salió a opinar que había revivido Pinochet. ¿Eso generó opiniones en Chile?

“No, porque todos saben que es ignorancia o está mintiendo. Cuando Petro dice eso, sin duda, está mintiendo. Nadie le dio importancia”.

¿Qué mensaje envió el resultado?

Es un rechazo que dice no a un texto constitucional que dividía al país, no solo anímicamente, sino territorialmente al aceptar la autonomía para los pueblos indígenas”.

“Habrá un nuevo documento”: Guillermo Holzmann, politólogo

¿Qué sigue para Chile después del rechazo al texto de la Constitución?

“De aquí al viernes habrá una propuesta sobre la mesa para poder avanzar rápidamente en una nueva carta fundamental. Se va a mantener la paridad de género y el resperto a los pueblos originarios”.

¿Por qué había críticas a la participación de los indígenas?

“Se estima que los indígenas fueron sobrerepresentados. El 12,8% de la población se declara como parte de un pueblo originario, pero en este proceso la vocería la tuvo el pueblo Mapuche que ha sido muy polémico por su participación en las manifestaciones. Se declaraba al país como un Estado plurinacional y esto significaba darles una autonomía con el que el resto de la gente no estaba de acuerdo, así que ahora hay un concenso en aceptar la multiculturalidad, pero no la plurinacionalidad”.

¿Es posible que los mismos constituyentes vuelvan a redactar el borrador?

“Los constituyentes que ya estuvieron en este proceso no pueden repetir. La decisión del presidente Boric es crear un nuevo documento con el acuerdo de todos los partidos políticos”.

Juliana Gil Gutiérrez

Periodista egresada de la facultad de Comunicación Social - Periodismo de la Universidad Pontificia Bolivariana.

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