Antes de mañana. Ese es el plazo que, según argumenta el Gobierno brasileño, se acordó con el régimen de Nicolás Maduro, en marzo pasado, para que retiraran todos los funcionarios de la embajada y consulados venezolanos que permanecen en el país. El ultimátum es un nuevo episodio de la crisis en las relaciones bilaterales, que viene desde hace varios años.
El pasado 17 de abril, el Ejecutivo de Jair Bolsonaro repatrió a los últimos 38 integrantes de su misión exterior que quedaban en Venezuela, luego de conocerse la propuesta de Estados Unidos de establecer allí un gobierno de transición para facilitar la salida de Maduro del poder. En ese momento, Bolsonaro aseguró que el rompimiento era fruto de extensas conversaciones con el Gobierno venezolano, pero ayer, Maduro negó que esos diálogos hayan existido.
En un comunicado firmado por el despacho del canciller Jorge Arreaza, el régimen aseguró que “el personal diplomático y consular de Venezuela en Brasil no abandonará sus funciones bajo subterfugios ajenos al derecho internacional” y aseguró que el plazo fijado por Bolsonaro representa “presiones indebidas” que pretenden “forzar la salida intempestiva del personal diplomático y consular venezolano” del país vecino.
Es “una maniobra que persigue provocar el cierre técnico de las oficinas consulares de Venezuela en dicho país, luego de haber abandonado a sus propios compatriotas con el retiro unilateral del personal diplomático y consular de Brasil en Venezuela”, prosigue el escrito en el que el Gobierno de Maduro también señala que en ningún momento ha negociado con Brasil los procedimientos para declarar “la inadmisibilidad de los agentes diplomáticos y consulares, así como el régimen derivado de la administración de las sedes consulares y la custodia de los bienes y archivos”.
El ultimátum de Bolsonaro afecta a un total de 34 diplomáticos que hasta ahora ocupaban diversos cargos en la embajada venezolana en Brasilia y en sus seis consulados. Además acrecienta la brecha en las relaciones bilaterales, que comenzaron a tensarse en 2017, cuando el entonces presidente brasileño Michel Temer impulsó la suspensión de Venezuela del Mercosur. Las fricciones fueron mayores desde el 1 de enero de 2019, cuando asumió el poder Bolsonaro, quien al igual que cerca de 60 países del mundo dejó de reconocer a Maduro como presidente venezolano y apoyó la proclamación de Guaidó como gobernante.
La tensión en la zona se ha incrementado en días recientes luego de que la Armada estadounidense emprendiera una “operación contra el narcotráfico”, según la ha denominado el presidente Donald Trump, en el mar cercano a Venezuela. Este miércoles, el despacho de Trump emitió un documento en el que convoca a todas las reservas militares que no estén asignadas a otra misión, a hacer parte del operativo marítimo.