Sobre 155 ciudadanos que serán elegidos por voto popular el próximo 11 de abril de 2021, fecha estipulada también para la elección de alcaldes y gobernadores en ese país, recaerá la responsabilidad de redactar la nueva Constitución Política de Chile.
Tras un año de “estallido social”, como se conoció popularmente al movimiento de protesta que se desató, en un principio, por el incremento de tarifas en el transporte público, pero que se extrapoló después como una voz de rechazo a los sistemas de salud, pensión y la economía extractiva, entre otros aspectos, los chilenos apoyaron mayoritariamente el “Apruebo”, con un 77,90 % al plebiscito que este domingo preguntó si querían una nueva Carta Magna (con 53,95 % de mesas escrutadas al cierre de esta edición).
Con la decisión, el país deja atrás la Constitución de 1980, creada bajo la dictadura de Agusto Pinochet, militar que gobernó entre 1974 y 1990.
En medio de un ambiente de tensión por los ánimos polarizados en la ciudadanía, con incidentes aislados en la céntrica Plaza Italia de la capital, donde manifestantes se enfrentaron a los carabineros, los chilenos acudieron masivamente a las urnas. Filas de hasta dos horas para ingresar a los puestos de votación reportaron medios locales en barrios capitalinos como Maipú y Ñuñoa.
Y sobre las 9:30 de la noche hora local, el presidente de la República, Sebastián Piñera, reconoció los resultados en un mensaje televisado, rodeado de su gabinete. “Triunfó la ciudadanía y triunfó la democracia”, declaró.
Y añadió que “hoy hemos demostrado nuevamente la naturaleza democrática, participativa y pacífica del espíritu de los chilenos y del alma de las naciones honrando nuestra tradición de república. Este no es el final, es el principio. Teníamos una Constitución que nos dividía, queremos una Constitución que nos una. Todos sabemos que para avanzar juntos no debemos dejar a nadie atrás”.
Pero, ¿por qué este resultado es tan significativo? Desde Santiago de Chile, la socióloga, magíster en Cooperación al Desarrollo y estudiante de doctorado en Estudios Americanos, Ana María Alonso Ferrer, explicó a EL COLOMBIANO que entre los ciudadanos esta oportunidad fue vista como “el primer paso del cambio real de una institucionalidad que hasta hoy se sustentaba en un Estado militar, altos niveles de corrupción, una economía neoliberal de comercio orientado hacia el exterior, derechos sociales básicos no garantizados en manos de capitales financieros”.
En los sectores que rechazaban la posibilidad de crear una nueva carta política, calaba la idea de que lo que menos necesitaba el país era una “hoja en blanco” que generara inestabilidad y desestimulara la inversión. Sin embargo, en las urnas se impuso la voluntad de quienes sentían que en Chile “existía una acumulación de desigualdades sociales y que todas esas demandas de la gente no estaban siendo respondidas como derechos fundamentales porque la Constitución lo impedía”, acotó la experta.
En ese sentido, hay una sensación generalizada de que con el resultado del plebiscito “se está haciendo una especie de justicia generacional, de que si bien algunos ya no van a ver materializado el cambio en el país, se lo están dejando a sus hijos y sus nietos”, concluyó.
Del resultado de ayer a la creación de la nueva hoja de ruta, a Chile le espera un largo camino que según calcula Servicio Electoral (Servel), puede tomarse hasta dos años. El primer paso será la conformación de listas de ciudadanos que se postulen para integral a Comisión que la redactará.
Luego, 155 de ellos serán elegidos en abril y se dará inicio al proceso de elaboración, que debe concluir con la convocatoria a un nuevo plebiscito que ratifique el texto. En cualquier caso, como coreaban los manifestantes congregados en Plaza Italia, “el cambio ya ganó”.