Un insólito hecho delictivo quedó registrado en las cámaras de seguridad de la parroquia San Pablo Apóstol, ubicada en la ciudad de Santa Fe (Argentina). Un hombre —acompañado de una cómplice— participó de una misa como cualquier parroquiano, pero su verdadera intención era otra: robar a una mujer mientras ella estaba rezando.
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El episodio ocurrió la semana pasada y ha causado indignación entre los vecinos y la comunidad religiosa. El video muestra cómo el sujeto ingresó al templo con normalidad, simulando un comportamiento respetuoso para no levantar sospechas.
Al entrar, el hombre tomó un cuadernillo que estaba sobre las bancas y aparentó leerlo. Segundos después, se lo entregó a su acompañante como parte de una actuación calculada. Ambos se arrodillaron detrás de la víctima fingiendo que estaban rezando con el resto de los feligreses.
Mientras estaban con la cabeza gacha y las manos juntas, intercambiaron algunas palabras en voz baja. Luego, el delincuente estiró disimuladamente la mano y tomó la billetera que la mujer había dejado junto a ella confiada en que por estar en una iglesia no corría peligro.
Tras cometer el hurto, los dos implicados se pararon con calma, caminaron hacia la salida sin apuro y hasta se echaron la bendición antes de dejar el lugar. El hombre fue aún más lejos en su engaño: tomó una hostia consagrada y se la metió a la boca.
La víctima era una vecina del barrio y le contó al medio local Aire Digital que asiste habitualmente a esa misa los martes por la tarde. “Ellos entraron minutos antes de las 19 (7 de la noche), justo antes de que comenzara la celebración. Yo ya estaba en mi lugar rezando”, explicó.
Al finalizar la eucaristía, la mujer se dirigió a su carro y fue entonces cuando notó que entre sus pertenencias no estaban sus tarjetas y documentos. “Al principio pensé que las había olvidado en la iglesia. Pedí las cámaras de seguridad y fue ahí donde descubrí todo”, contó.
La billetera robada contenía documentos fundamentales como su DNI (documento de identificación de Argentina), licencia de conducir y otros elementos personales. La víctima radicó la denuncia en la comisaría de policía.
En ese lugar se enteró de la cereza en el pastel del robo que había sufrido. Al mostrar el video del robo al personal del lugar, varios empleados reconocieron a los ladrones. Según contaron, habían sido señalados en ocasiones anteriores por comportamientos sospechosos en el barrio, aunque hasta ahora no habían sido formalmente identificados.
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