A un puñado de la totalidad de los campesinos que resisten en Medellín les llegó un pequeño auxilio para sus labores diarias. La Alcaldía de Medellín, a través del Programa Agropecuario Distrital (PAD), benefició a 30 productores agropecuarios de los cinco corregimientos con incentivos económicos para que adquieran guadañadoras, despulpadoras y bombas de fumigación, entre otros equipos a motor para la producción y transformación de alimentos.
Estos implementos fueron seleccionados de manera conjunta entre los campesinos participantes y un grupo técnico, luego de un proceso que incluyó la asistencia a una Escuela de Campo Agropecuaria sobre elección y operación de equipos agropecuarios a motor, además recibieron una visita técnica a su predio.
Según aseguró la Alcaldía, este modelo de intervención “refleja” el compromiso del Distrito para facilitar una “agricultura más tecnificada, sostenible y digna”. La administración distrital también señaló que avanza en la educación técnica como herramienta clave para el desarrollo económico y social de la ruralidad. La inversión, durante esta fase, fue de $148 millones, financiada con recursos del Fondo Municipal de Asistencia Técnica Directa Rural. Con esta entrega, ya son 78 los productores rurales beneficiarios de incentivos para la adquisición de equipos agropecuarios mecanizados.
Esta ayuda, sin embargo, sigue siendo, como se dice, pañitos de agua tibia, ante los males sistemáticos que aquejan a los cerca de 2.500 campesinos productores que todavía quedan dando la pelea en la ruralidad de Medellín. Las quejas se repiten sin importar el corregimiento. Según expresan campesinos en Santa Elena, San Cristóbal y Palmitas, después de meses de brega y duro esfuerzo para producir algún producto que les permita mantenerse a ellos y sus familias, la poca plata se queda en manos de transporte e insumos.
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Los datos son desoladores. Según la FAO, la ruralidad en Medellín solo aporta el 1,6% de los alimentos que se producen y llegan a las plazas de mercado en Antioquia. En las 52 veredas que tiene la capital antioqueña hay 5.205 hectáreas con vocación productiva, pero solo se aprovechan poco más de 1.000 hectáreas. La evidencia señala que el campesinado se cansó de resistir en Medellín y que no hubo recambio. El promedio de los campesinos productores en los corregimientos se acerca a los 60 años. El otro problema, es que ni siquiera subsiste ampliamente la agricultura comunitaria y familiar, pues el área cultivada por hogar es en promedio de apenas 4.000 metros cuadrados. De ahí que la ruralidad en Medellín aguante hambre y sufra una pobreza multidimensional del 21%, el doble de que existe en zona urbana.
A estos males se les suma la presión inmobiliaria y los prediales. EL COLOMBIANO ha conocido casos de campesinos productores en San Antonio de Prado a los que les aumentó el predial en más de 1.500%, pequeños productores que terminaron pagando por predial hasta $10 millones de pesos.
El Plan de Desarrollo 2024-2027 habla de una inversión de $13.838 millones para lo que este plan llama “la nueva ruralidad” de Medellín, que comprende, entre otros programas y estrategias, la Promoción, Fortalecimiento y Asociatividad de proyectos de emprendimiento de cadenas productivas para la eficiencia y sostenibilidad de la producción rural. También nueva infraestructura de apoyo a la producción rural en la instalación, ampliación y mejoramiento de pequeños distritos de riego en sectores con problemas de irrigación en los corregimientos de Medellín.