Agarrando su tabla color gris con vivos negros, amarillos y rojos, en la que se veía parte del dibujo de lo que presumiblemente es una calavera y que si acaso utilizó cinco minutos, Santiago Parra, un chico que llegó desde Bello, no se quería perder ningún truco de su ídolo David González.
Que fue solo a que le estampara su firma en un cuaderno colegial de lomo fino y hojas largas. Lo veía por primera vez, entre otras cosas-, porque a diferencia de otras ocasiones esta vez se enteró, por las redes sociales del mundo del skateboarding, que el mejor practicante colombiano de este deporte iba a ser el protagonista central de Skate and Destroy, una competencia anual que ofreció David en el skatepark de la unidad deportiva Atanasio Girardot.
"Vengo a buscar su firma -autógrafo- y a verlo, pues solo lo he visto en videos".
Madrugó como muchos. Y se lanzó varias veces en el bowl, mientras éste estuvo algo vacío. Y hasta probó una que otra caída, "pero eso no importa; es normal", señala cuando habla de su momento en el escenario, donde luego irrumpiría González y su espectáculo. Allí, el antioqueño dejó en claro sus virtudes: dinamismo, dominio de la tabla, arrojo e intrepidez, al lado de una veintena de amigos skaters que le acompañaron en esa especie de gala con la que se cerró el año.
Como Santiago, Sara Londoño, una estudiante de tan solo 12 años, llegó de San Antonio de Prado, esta sin tabla en las manos pero con unas ganas de ver a su ídolo. "Siempre que viene a Medellín, no nos falla. Y yo nunca he faltado. David es lo mejor".
Y así fue, porque ni ella ni Santiago, ni los demás skaters que brindaron lo mejor de sus brincos, defraudaron.
Mientras David ponía en práctica toda esa magia que le sale del corazón cuando monta su tabla, Santiago se perdía entre los muchos aficionados que no se cansaron de aplaudirlo y expresar el típico y profundo huyyyy cada vez que eligió el camino más complicado para sus ejercicios.
Pico y Placa Medellín
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