Ellas están en donde una comunidad las necesite. No importa qué tan lejos, no importa qué tan inhóspito o inclemente sea ese destino. Si hay pobreza, abandono del Estado y gente con ganas de aprender, allá estarán las hermanas lauritas. Lo prueban las misioneras que viajan al Congo o Angola, en África, o las que acompañan comunidades en casi todos los países de América Latina.
La hermana Surama Ortiz, que ejerce como vocera de la congregación, cuenta que desde el principio es claro para las novicias y las aspirantes que su misión es fuera de su casa, donde las necesite la gente. “La opción que tomamos es ser misioneras, no es un tema de voluntad, es la tarea de nuestra congregación y se debe tener esa disponibilidad siempre, desde el principio. La hermana superiora toma la decisión de a dónde debe ir alguna de ellas o por petición de la aspirante, cuya solicitud es estudiada en razón a sus condiciones físicas. La idea es que la persona tenga la fortaleza para radicarse en un determinado sitio, no queremos que se enfermen de malaria, por ejemplo, que es una enfermedad que da en muchas zonas donde está la misión”.
Pero no solo las enfermedades atentan contra la integridad de estas misioneras. El conflicto armado es otro padecimiento al que se deben enfrentar.
La comunidad que se atiende en Dabeiba, por ejemplo, ha debido superar en muchas ocasiones el rigor de la guerra. “La situaciones de conflicto han limitado mucho la misión. Por supuesto que no estamos con ningún grupo, las armas de nosotros son el Evangelio y la Cruz. En las misiones donde se trabaja con educación, se enseña con el mandamiento del amor”, agrega Surama.
En la congregación de las misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena, creada por la Madre Laura, hay 850 miembros distribuidos en 156 casas. De ellos, 18 son hombres y hay algunos que se han hecho sacerdotes. “Ese fue un sueño de la Madre Laura, que se vincularan hombres. Ella empezó con un grupo de muchachos y aunque no fue fácil se está formando el grupo. Allí el sueño se está haciendo realidad. Están atendiendo comunidades del Vaupés y de Murrí, para nosotros ellos son un orgullo”.
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