Salió de la cárcel quien hizo parte del entramado criminal que más policías ha asesinado en el mundo. Y para garantizar sus derechos, la institución que realizó todo un despliegue operativo fue, precisamente, la Policía Nacional.
¿Absurdo? No, pues el papel del Estado de Derecho es justo ese: no igualar sus prácticas con las del mundo del hampa. No activar el ojo por ojo ni patrocinar vindictas.
Alias "Popeye", el mayor verdugo de la institución, equiparable solo a la guerrilla en número de agentes asesinados, cumplió la pena fijada por la justicia. Mientras honre sus compromisos de buen comportamiento, alejado de cualquier actividad criminal o de impulsos violentos que no le faltarán, las autoridades harán lo que les corresponde.
Eso, ni más ni menos, es lo que asegura la legitimidad del Estado y lo diferencia de los grupos que quieren acabarlo.
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