En Cartagena están cocinándose en los últimos días. Lo que para los habitantes de la capital de Bolívar era obvio por las temperaturas que han tenido que soportar en los últimos días terminó confirmándose con datos, luego de que el Ideam revelara que la ola de calor que atraviesa la ciudad alcanza un nuevo hito preocupante, camino a lo peor de la crisis climática que ya está en curso.
A través del Ideam, la Oficina Asesora Distrital para la Gestión del Riesgo (Oagrd) confirmó que Cartagena vivió ayer la sensación térmica más elevada de su historia reciente.
Este sábado el Caribe colombiano registró niveles extremos de sensación térmica, según reportes del Ideam. Las cifras más altas se presentaron en Tucurinca, Magdalena, con 54 °C; seguida por Cartagena, en el sector Mamonal, con 53 °C; y Bosconia, en Cesar, con 50 °C. Otras ciudades como Cereté (49 °C), Barranquilla (48 °C), Plato (46 °C) y Santa Marta (42 °C) también vivieron condiciones intensas de calor.
Sin mayores soluciones que algunas recomendaciones para mitigar la situación, el Ideam pidió a la población de estas ciudades y municipios evitar totalmente la exposición directa al sol entre las 11:00 a. m. y las 4:00 p. m., mantenerse bien hidratado y prestar atención al cuidado de niños, adultos mayores y personas con enfermedades preexistentes.
Lo importante de esta situación que atraviesa la costa Atlántica es que hay que entenderla no como una novedad o temporada excepcional sino como un síntoma más que ratifican las proyecciones que en los últimos 15 años ha establecido el Ministerio de Ambiente a través de sus inventarios climáticos, donde se concluye que a partir de 2030, es decir a la vuelta de la esquina, varias ciudades experimentarán un aumento de 0,5 grados en la temperatura durante algunas horas del día. Entre esas ciudades están todas las capitales del Caribe, pero también al menos el 60% de los municipios de esa región. También en el interior, Medellín, Neiva, Ibagué serán algunas ciudades donde en cuestión de cinco años las altas temperaturas se harán habituales.
El caso de Medellín es particularmente grave. Según el Plan de Acción Climático a partir del 2040 el número de días en los que la ciudad superará el umbral de temperatura de 29°C será cercano a 150, es decir, atrás quedará para siempre lo de la “eterna privamera” y la ciudad se expondrá, sobre todo algunos barrios periféricos como en Buenos Aires y Castilla, a temperaturas que costarán al menos 500 vidas cada año por enfermedades desatadas directamente a los riesgos asociados a las altas temperaturas, como enfermedades crónicas cardiorrespiratorias.
En Medellín, además, ocurre un fenómeno que comparte con ciudades como Cartagena, el llamado efecto isla de calor que ocurre por una acumulación de factores climáticos, meteorológicos, ambientales y sociales que determinan que en ciertas zonas de la ciudad las temperaturas sean mayores. En general los más afectados son los barrios pobres, por múltiples factores: déficit de zonas verdes y cobertura vegetal, materiales deficientes de construcción como techos de zinc y dificultades económicas para mitigar las temperaturas en las viviendas (imposibilidad para comprar ventiladores, aires acondicionados). Todo eso se configura como parte de la llamada injusticia climática en la que recae sobre la población más pobre y vulnerables las peores consecuencias.