Si la salsa y el bolero encarnaran en un cristiano se llamarían simplemente César. Para recordar el resto de su nombre, hay que mirar la cédula donde consta que se apellida Villegas. Pero el suyo es un apellido tomado por el alias: Pagano.
Es un ciudadano criado-toreado en varias plazas. "Temprano madrugó" a dejar salir su espermatozoide andariego. Hecho en Medellín, pelechó en haciendas del Valle donde lo pilló el 9 de abril del 48 embadurnado de melao salsero y son cubano.
Hace tiempos sacó el grado de bogoteño. En la ex fría ciudad de Don Gonzalo despacha como sumo pontífice de "la salsa con criterio". Y del bolero, "corruptor de mayores", en la semántica pagana.
Inició la balada de su "loca alegría" como editorialista del amor con guitarra (serenatero) en Rionegro con el Trío Pereví, agrupación al alcance del corazón, y del bolsillo de enamorados con el mango averiado.
Biógrafos de a pie, como Capeto Giraldo, lo llaman el Stalin de la salsa. Otros biógrafos más pedestres sospechamos que es el Bárbaro Villegas del ritmo.
Difícil encontrar a alguien que disfrute más del destino que le da vida, y para la vida. En ese saber hacer y disfrutar lo que hace, está el secreto de su eterna "jodentud". Se pasa memos cuando hace algo mal.
Su sancta sanctórum es "Salomé Pagana", en la Zona Rosa bogotana, donde se carga ladrillo a sí mismo. El doctorado lo empezó en el "Goce pagano" hace 30 años. En esta audacia lo acompañaron sus cómplices Gustavo Bustamante y Juan Guillermo Gaviria. El tercero anda felizmente divorciado.
Disfruta como enano de circo de su trabajo de "Alcapone la música" en su chuzo. Allí tiene que lidiar con el gusto (¿disgusto?) musical de borrachitos de todas las cuerdas musicales que se ponen difíciles a medida que el etílico elemento hace sus efectos.
Si no está en "Salomé", tira línea bolerística desde alguna emisora de FM (Javeriana o Radio Nacional). O escribe para revistas o periódicos que se pelean su musical prosa. Su voz en ritmo de bolero, le ayuda en su trabajo.
La otra niña es un cacharro modelo 80 que ha probado todos los huecos existentes entre la Zona Rosa y su cambuche en el bogotano barrio La Esmeralda. Allí llega en la madrugada después de consumir, en algún metedero de la Caracas, su dosis personal de caldo de raíces para recargar baterías que invertirá después en alguna rumbera desinhibida.
En su mítico Chevrolet anaranjado han montado todos los músicos de La Habana, desde el gran tamborero Tata Güines hasta Manolito y su trabuco.
No se cansa de cumplir 30 abriles todos los días en el oficio de motor de la socialbacanería, otra de las niñas de sus ojos.
A César lo que es de Pagano, también "corruptor de mayores" a través de su majestad el bolero.
Pico y Placa Medellín
viernes
3 y 4
3 y 4