Cuando llegan las vacaciones del colegio, Juan Esteban se va hacer años viejos en casa de su padrino.
Es que su casa, en la vereda Mestizal, no resulta un sitio tan comercial como la de aquel, Ricardo Zapata, situada en Llano de Aguirre, a bordo de carretera, en la vía que de San Jerónimo conduce a Santa Fe de Antioquia.
Mientras pinta de amarillo la cabeza de Ricardo, no su padrino sino un muñeco de trapo con el que quiere representar un personaje de la serie de televisión Pandillas Guerra y Paz, oye al viejo decir, como si hablara al ciento de añoviejos que tiene filados frente a su casa: "Sí, señor, Llano de Aguirre. Aquí, en esta casa, nací hace 63 años y parece que en este punto voy a morir, porque no me he movido de aquí nunca". Pero añade que, después de todo, no está tan malo el lugar que le ha visto pasar su existencia. No es ni feo. Y el clima caliente siempre le ha sentado bien.
Cada uno de esos monigotes tiene su nombre en un cartón rústico que cuelga de sus hombros y sobre su pecho: El Cabo, Guadaña, Don Mario, Fresita, Memo, Chávez. Y, claro, hay varios marcados como David Murcia Guzmán, el de la polémica por DMG.
Fue él, Ricardo Zapata, quien comenzó en la familia el negocio de muñecos de trapo. "¿Que cuánto hace?" Le pregunta a Álvaro de Jesús Monsalve, un familiar de unos 35 años, en el momento en el que salió de la casa cargando otro David Murcia terminado, para descargarlo en ese tumulto de muñecos que ya es una aglomeración. "¡Hum, usté, más de 20 años. Yo, en cambio, llevo tres".
Los mismos de Juan Esteban, el de Mestizal.
Ricardo dice que él no tiene misterio. Que recoge ropa vieja todo el año entre los mismos vecinos y, cuando llega septiembre, corta pasto de la manga del frente de su casa, al otro lado de la serpenteante carretera, donde ahora exhibe su mercancía, y lo pone a secar. Llena la ropa de hierba, la cose y, después, le cuelga cualquier nombre, el de un personaje de moda.
Un personaje de telenovela o serie de televisión, como El Cartel, que fue tan celebrado en 2008, de políticos o de la vida nacional. ¿Hugo Chávez? La gente le pide mucho al presidente venezolano. No lo quieren y desean acabar con él, al menos simbólicamente.
"Ahora que prohíben la pólvora, no sé que van a hacer. Que jueguen con ellos y los destrocen de otra manera. Nunca los he vendido con pólvora. Cada cual que lo compre y haga con él lo que quiera", dice Ricardo, quitándose el sombrero con la mano izquierda y secándose el sudor con la manga derecha.
Ricardo, Juan Esteban, Álvaro, hacen sus ventas por separado. Cada uno fabrica muñecos y los vende y el beneficio es para cada cual. A pesar de que son más parecidos que un grupo de japoneses, no los confunden.
"Ahí nos bandeamos con los muñecos. Es que ésta es la única manera de ver un peso en diciembre".
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