Las orejas gachas, cabizbaja y la piel erizada son señales para dejar el dinero en el bolsillo y decir "no, gracias, voy a seguir mirando".
Y es que en la compra de una vaca se requiere tener buen ojo y un tacto entrenado, porque para encontrar el animal adecuado se tienen que hacer chequeos por dentro y por fuera.
Eso lo sabe Nelson Montoya, administrador de empresas agropecuarias. El técnico de la Umata en Urrao resaltó la importancia de la apariencia porque las señales físicas determinan si el animal está estresado o tiene fiebre.
En la decisión de comprar o no el bovino influye hasta el modo de andar porque, dice Montoya, si está "chapino", es decir que si es cojo, no es buena opción.
Óscar Arboleda les mira hasta el color de la piel. Según este zootecnista, las vacas deben tenerla bien pigmentada, con bastante melanina para que sea resistente a los rayos solares.
Muy a la vista está la herramienta de trabajo, pero saber si la tiene en buenas condiciones puede ser tarea de expertos. Lo básico es que los pezones estén separados, sean cilíndricos, ni muy grandes, ni muy pequeños, pero siempre con buena irrigación mamaria.
No se debe, en todo caso, dejarse nublar por una ubre grande y bonita, porque resulta que si alcanza a tocar el suelo genera problemas. Santiago Henao Villegas, decano de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la Universidad CES, explicó que pueden infectarse y ser propensas a otras enfermedades.
Para el decano del CES la pregunta antes de hacerse a un bovino es si es para carne o leche, pues de eso dependen otras recomendaciones al momento de la adquisición.
Si es para leche se debe verificar, además de las condiciones de la ubre, que sea joven y que los padres tengan buenos registros en términos productivos y sanitarios.
En el caso de los de carne es necesario identificar la condición corporal. Henao explicó que los especialistas usan una tabla que va de cero a cinco, en la que cinco es una animal gordo. La recomendación es que esté en 3,5.
Para cualquier propósito siempre es obligación que el ganado tenga la certificación de que está libre de brucelosis y tuberculosis. Ese es un documento que se consigue en diferentes laboratorios autorizados por el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA).
Por eso, como dice Nelson Montoya, es requisito comprar en granjas que estén certificadas como libres de esas enfermedades. Incluso porque ese documento, así como la licencia de bioseguridad que entrega el ICA, son necesarios para poder transportar un hato.
Las pruebas para determinar si hay brucelosis o tuberculosis tienen costos que dependen de la cantidad de animales y la distancia del predio.
Tal vez un procedimiento más invasivo que la toma de esas muestras, es el que se hace para verificar el canal del parto. Orlando Arboleda explicó que las vacas deben ser chequeadas para comprobar la habilidad reproductiva. Los que saben, calculan con un tacto si poseen buena conformación del sistema uterino y si son fértiles.
Lo ideal es comprarlas preñadas o que estén entre el primer y segundo parto, lo cual se puede verificar en los registros de las asociaciones ganaderas.
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