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Los gatos lectores de la Feria del Libro de Bogotá

  • Los gatos lectores de la Feria del Libro de Bogotá | Foto: Mónica Quintero
    Los gatos lectores de la Feria del Libro de Bogotá | Foto: Mónica Quintero
26 de abril de 2013
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Los tres se acompañan. Uno encima del otro, casi. Los ojos todavía no se abren, ni aún pueden decir miau. Todavía son silenciosos y caminan poco. Tampoco han aprendido a leer, aunque estos tres gatos nacieron en la Feria del Libro de Bogotá.

La historia de Había una vez cuenta que había una gata lectora, que quiso tener a sus hijos en una de las cajas vacías de la editorial Gramata, para que nacieran entre libros y lectores. Bien dicen los expertos que a los bebés hay que acercarlos a la lectura desde que están en el vientre.

No obstante, si es de historias con otros había, este empieza a la mitad: cuando Wilson Mendoza y sus dos sobrinos, Moisés y Sebastián, llegaron al estand a quitar la rejilla, la gata amarilla salió disparada, miedosa y arisca. Ellos pensaron que de pronto había dejado algo por ahí que había que limpiar y lo que encontraron, en una de las cajas vacías, debajo de la mesa de libros, fue tres gatitos idénticos a la mamá que se fue, arrumados en la esquina de la caja.

“Eso no nos pasa si no a nosotros”, cuenta Sebastián, y cuando se les sale la anécdota a algún comprador, no les creen que en medio de tanto libro y tantas otras librerías, ellos tienen tres gatos debajo de la mesa.

La hipótesis de Wilson es el frío y que uno de estos días, que el agua entró hasta el pabellón tres donde están, la gata debió buscar un escondite y encontró la caja. No saben cuánto llevan los gatos ahí, porque no miran mucho debajo de la mesa. “Es curioso –expresa Wilson- que haya elegido esta cajita. Seguro andaba buscando un lugar lleno de calor”.

Los gatos se volvieron sensación.  Para los tres, ya iban seis dueños y hasta la posibilidad de un lugar de paso. “Aunque la idea –dice Moisés- es que queden en una familia”. Ellos no pueden porque el viaje en carro hasta Medellín, de pronto no lo resisten.

No los han tocado, porque no vaya a ser que vuelva la mamá y los rechace. De todas maneras ellos son libreros, no veterinarios. Les preocupa la comida y estaban con ansias de que apareciera la gata, porque aunque las intenciones de darle leche con gotero estaban, “la mamá es la mamá”, apunta Sebastián.

Por ahora van pensando en los nombres: Kundera, Pessoa, Chaparro, Tolstoi, Nicos.  “Hay que buscarles nombres de autores, porque nacieron en la Feria del Libro”, se ríe Moisés, aunque Sebastián cree que el honor debe ser de ellos: Wilson, Sebastián y Moisés.

Una historia curiosa en medio de tantas letras. Una historia para incentivar la lectura: porque si los gatos quieren los libros, usted también lo puede hacer.

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