Como dijeron sus familiares: “Hoy hay una fiesta en el cielo por la muerte de ‘Bebé’”.
Este jueves se cumplieron las exequias de Luis Miguel Noya Sanmartín al sur de Bogotá. Hasta allí llegaron sus más fieles seguidores que, al igual que sus compañeros, recordarán los años gloriosos de programas como Animalandia, Travesuras Bebé y Muy buenos días Bulliciosos.
Amigos, familiares y otros humoristas acompañaron el cuerpo sin vida de Bebé.
“Las buenas épocas en las que todo el país nos aclamaba, nos aplaudía, nos admiraba y se reía con nosotros. Después, cuando su cuerpo empezó a enfermarse y la imagen del gordito Bebé empezó a desaparecer, nadie nos acompañó”, recordó con nostalgia su hermano, Alberto Noya, conocido como Tuerquita.
Alberto dijo que está seguro de que Bebé estará feliz de encontrarse con su padre en el cielo: “Cristo los apoyó y les va a dar una bienvenida en el paraíso”.
Murió en el olvido
En la cama 19 de la sala de urgencias del Hospital Santa Clara, en medio del olvido y la pobreza, murió ayer el payaso Bebé.
Una insuficiencia renal causada por la diabetes que lo atormentaba, terminó con la vida de este ícono de la televisión, de 61 años, y famoso por su participación en el programa infantil Animalandia, en el que se hizo famoso junto a Fernando González Pacheco. Asumió la profesión de payaso por tradición familiar, e incluso su padre, Pernito, y su hermano, Tuerquita, actuaron junto a él.
Su deceso se produjo a las 4:30 a.m., luego de que un paciente del hospital le declamara un poema en honor a los payasos y le cantara un tango, cumpliendo así con su último deseo. En 1997 le amputaron su pierna izquierda por la enfermedad que padecía, pero eso no le impidió seguir trabajando en circos. En lo que va de 2009 estuvo cuatro veces internado en el hospital y tuvo que someterse a diálisis cada tres días. Su peso, que en momentos de fama fue de 120 kilos, para su muerte sólo alcanzaba 52.