Con el encendido de la primera vela de un candelabro de ocho brazos y la degustación de unos dulces típicos denominados sufganiot, los judíos en todo el mundo celebran a partir de esta noche la Hanuká o Fiesta de las Luminarias.
Poco después de la puesta del sol se inicia la festividad que concluirá ocho días después, cuando en las ventanas de las casas de gran parte de Israel y de las comunidades judías en el extranjero se puedan apreciar todas las velas encendidas del candelabro.
La fiesta conmemora la purificación y consagración del Templo de Jerusalén en el año 165 a.C., tras la revuelta de los macabeos contra el monarca seleúcida Antíoco Epifanes que, siguiendo la tradición helenística de su dinastía, había implantado el culto a Zeus a fin de que los israelitas asimilasen su cultura.
"Por razones económicas y políticas a los judíos no se les permitió practicar su religión por más tiempo, como rezar en el Templo, centro del judaísmo, o realizar los ritos más básicos como circuncisiones, respetar el sábado o estudiar la Torá" (Pentateco), explica Ronit Maoz, responsable del parque bíblico Neot Kedumim.
Este parque se ubica en la bíblica población de Modiín, lugar donde vivieron los hebreos que se sublevaron contra los gobernantes que controlaban la región desde tiempos de Alejandro Magno.
Tradición
Aunque en el moderno Israel la celebración ha sido adoptada como símbolo de la victoria militar de Judas Macabeo, el uso de la luz recuerda una historia recogida en el Talmud y que tiene menos que ver con el hombre y más con la intervención divina.
Según la tradición, cuando los sacerdotes judíos llegaron a Jerusalén para restituir el culto y encender la lámpara del Templo, se dieron cuenta de que sólo había una pequeña jarra de aceite puro suficiente para un día pero que, no obstante, permaneció encendida ocho, en lo que se conoce como el "milagro de Hanuká".
Según el calendario hebreo, esto tuvo lugar entre el 25 del mes de Kislev y el 2 de Tevet, y por ello la celebración se conmemora durante ocho jornadas consecutivas en las que cada noche se enciende una vela del candelabro denominado hanukiá, hasta que en la octava aparecen encendidas todas las luces de la lámpara.
Es costumbre que las familias judías coloquen estas lámparas en las ventanas de las casas con las velas llameantes para que puedan ser observadas desde el exterior.
Al igual que en la Navidad, los niños son los protagonistas de esta festividad, en la que reciben numerosos regalos o dinero y juegan con unos trompos llamados "sevivón" que tienen cuatro costados y en las que suele aparecer la leyenda en hebreo "un gran milagro ha ocurrido aquí".
Comida típica
Cada fiesta tiene sus platos típicos, y la Hanuká no podía ser diferente; así, durante la festividad en Israel se estila comer las sufganiot, un bollo hipocalórico hecho con una masa parecida al donut norteamericano, pero relleno con mermelada y cubierto de azúcar glaseado.
En las comunidades israelitas en el exterior también se degustan buñuelos y otros pasteles fritos, que recuerdan el milagro establecido por la tradición y que está asociado al aceite que se produjo en el santuario bíblico de Jerusalén.
Todo para recordar una época de revueltas que tuvieron lugar hace más de dos milenios y que atestiguan diferentes textos como la Mishná, las narraciones del historiador judío Flavio Josefo o el Nuevo Testamento.