Los grafitis en Medellín atraen a los extranjeros y, entre las tendencias, que algunos llaman artísticas, la que más despierta polémica es la que se conoce como tag.
Tales fueron algunos hallazgos de la twittercrónica que, esta vez, abrió el debate sobre esta clase de intervención del espacio público.
Para @@PerroGraff, reconocido grafitero de Medellín, “es arte, porque buscan llenar de sensaciones a la gente y generar reacciones en ellas, ya sean buenas o malas”.
Los sentimientos positivos pueden verse plasmados en edificaciones como el Calle 10 Hostel. Christian Zapata, administrador del lugar, dice que “este es un tipo de arte juvenil que atrae a los extranjeros.”
Estos espacios son utilizados por la necesidad de expresar sentimientos, su identidad o un mensaje político.
Sin embargo, esta cultura no es aceptada en todas partes. Para Carmenza Saldarriaga, comerciante de la Calle 9 en El Poblado, los grafitis, aunque estén bien hechos, son contaminación visual.
Una de las tendencias más rechazadas son los “tag” o firmas, una técnica que, según explica @@PerroGraff, sirve para decir “yo estuve acá”. Es “una filosofía y un código que utilizan los grafiteros para buscar fama y reconocimiento dentro del gremio”.
Estas marcas se utilizan en los muros de las casas, las señales de tránsito y hasta en los semáforos. @GaboGuaya, opina que “hay unos grafitis que realmente son arte, pero estos, los tags, deterioran la ciudad y dan mal aspecto a las fachadas y lugares.”
Durante el recorrido, la imagen de los grafiteros también se puso en tela de juicio. Algunos sectores los tildan de vándalos y los denuncian por contribuir al detrimento del espació público, mientras que otros los defienden y los llaman artistas.
“Ojalá todos los vándalos de esta ciudad solo rayaran”, concluye @PerroGraff.
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