Al agricultor Víctor Banda no se le borra de la mente aquel 20 de febrero de 2006, cuando la empresa Mineros S.A. le entregó una parcela para que, además de vivir, la explotara y sacara su sustento.
Hoy, este indígena del pueblo San Andrés de Sotavento de Córdoba, que pertenece a la etnia Zenú, no ve la hora de que le entreguen las escrituras que lo convertirán legalmente en dueño de su terruño.
"Tengo una emoción que usted no se imagina al ver que nunca había llegado a tener nada y, a partir de ahora, contaré con un recurso que antes no tenía", cuenta Víctor, padre de ocho hijos que ha criado con su señora, Elina Sánchez.
Un proyecto transformador
Para entender la magnitud del proyecto, Carlos Mario Castaño, director de la división ambiental de la compañía Mineros S.A., vuelve 13 años atrás y explica que "la empresa hace una operación de aluvión profundo y, en la medida que explota, vamos restaurando el terreno de manera continua y con eso estamos propiciando que las condiciones ambientales que había antes se restablezcan y se conserven".
En 2001, recuerda, "nos propusimos hacer que las áreas que se restauraron sean productivas para la gente y decidimos dárselas a comunidades campesinas para que sean productivas para ellos desde actividades verdes y sostenibles", precisa Castaño.
En estos 13 años de labores, 39 familias han resultado beneficiadas con la entrega de unas 1.500 hectáreas en la planicie aluvial del río Nechí, en El Bagre, y cada año la compañía invierte más de 400 millones de pesos en ese proyecto.
"El objetivo es que al año se instalen 3 parcelas y a cada núcleo familiar bien establecido se les entrega una casa con un techo verde para la cosecha con aguas lluvias, planta solar, tratamiento de aguas residuales domésticas y estufa ecológica", dice el funcionario.
Además, cada parcela tiene huerta casera, plantaciones de frutales y cultivos de pancoger y la empresa les designa metas de productividad, para evitar que las familias se vuelvan dependientes y, así, se genere en ellos cultura de empresa.
Víctor ya sobrepasó las metas, pues enumera con orgullo que en su predio crecen cultivos de maíz, de arroz, incluso hay épocas en las que puede sembrar yuca. También tiene ya 15 vacas y un toro y ha incursionado en el campo de la producción de leche.
Además, en el momento tiene 170 árboles repletos de limones criollos para recoger, pero hoy no tiene tiempo para eso, pues su mente está puesta en recibir la escritura de la tierra a la que le devolvió la vida.
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