"Dar lora", dícese de aquello que en Colombia hacemos día a día. Averiguando por el origen de la expresión, me encontré una columna en la que se explica clarito, clarito, el significado de "dar lora". Decía el columnista: "Por allá en 1877 vino un curioso personaje de Guasca, Cundinamarca, llamado José Ignacio Lora Vargas, quien en una exclusiva tertulia literaria leyó sus extraños poemas que entre otros ridículos versos tenía el siguiente: "La mirla se sacude, bostecea y gruñe. El turpial le baila con dengue de cariño. Erguióse el cardenal, revuela el pico al suelo. Tiende ala a la mirla, vacila y le hace guiño". Un nutrido grupo de literatos asistente opinó que las poesías leídas por ‘Lorita’ eran absolutamente espantosas e inauguraron el dicho de ‘dar lora’".
Eso es lo que pasa a cada momento en el país y para la muestra un botón: ¡Ah lora la que hemos dado entre nosotros con eso del Gran Colombiano, según History Channel…
¿Quién dijo que un canal de televisión es el que manda sobre la historia de un país? Eso es como si Tele Tangamandapio escogiera al Gran Tangamandapieño del siglo, y seguro sería Jaimito, el cartero (el de El Chavo del Ocho). ¿Qué relevancia para la sociedad tiene este título honorífico? Ninguno. Daba lo mismo si elegían a El Chinche Ulloa, Margot Ritchie o Amalín de Hazbum, porque no hay un hito para remarcar ni un Jesucristo ni un Mahoma de por medio como para darle la categoría de "gran" e inscribirlo en los anales de la humanidad. Si son condescendientes conmigo y entendieron el punto de vista, la conclusión es sencilla: vale huevo el Gran Colombiano de History Channel, concurso que no deja de ser eso, un concurso con todas las artimañas del mercadeo para teleadictos.
El expresidente Álvaro Uribe terminó elegido como el Gran Colombiano de la historia. Un triunfo virtual que sin duda obedece al momento político del país. No fue sino que apareciera la noticia para que comenzáramos a dar lora. Manifestaciones de orgullo, gritos enardecidos de felicidad y escritos victoriosos en las redes sociales para recalcitrarle a un país polarizado que Uribe fue el triunfador. "En todas las elecciones en las que ha participado logró el triunfo", escribió alguien por ahí. "Pa que les duela a los santistas", dijo otro. No muy lejos, en la otra orilla, más de uno se rasgó las vestiduras, se agarró la cabeza y sintió en la nuca el aliento de los jinetes del apocalipsis al enterarse de la noticia: "Tengo dolor de patria", leí varias veces. Ah, claro, dolor de patria, el mismo que sentimos cuando nos metieron siete goles en Londrina, Paraguay, y nos eliminaron de un campeonato suramericano de fútbol.
¿Qué trascendencia tiene todo esto? ¿Qué va a cambiar en nuestra historia? Nada. Fuimos víctimas del "eterno presente", como dijo un editorial de El Espectador. Yo añado que le dimos papaya a la lora. Elegir sobre la historia debe ser un asunto muchísimo más serio que meterse a una página de Internet a hacer clic como desaforados para que los votos suban.
Damos mucha lora y lo único que hacemos es congestionar la opinión pública que ya, de por sí, está bastante nutrida por muchos campeones de la lora. No sé por qué pero con todo esto recuerdo aquella ocasión en la que sentimos un orgullo patrio porque Paloma San Basilio cantó La Ruana. ¡Casi le hacemos estatua… El gran Colombiano y La Ruana, dos ejemplos de dar lora. Ahí se los dejo.
Pico y Placa Medellín
viernes
0 y 6
0 y 6