Cada mañana, entre el calor de los hornos a gas, Eduardo Marín y su esposa, Ángela Lopera, cocinan las galletas que por más de un siglo han deleitado a los habitantes y visitantes de Entrerríos. La receta es una herencia familiar que llegó a Eduardo por medio de su madre, pero que antes tenían su abuela y su bisabuela. Su sabor dulce y su textura crocante son el acompañante infaltable en las mesas del norte de Antioquia y un producto obligatorio para los turistas. Su fama también ha pasado fronteras. Según Eduardo, las galletas han llegado hasta El Vaticano y un Sumo Pontífice, Juan Pablo II o Pablo VI, tuvieron la oportunidad de probarlas y expresar lo mucho que les gustaron.
“Antes se conocían como las galletas carpinteras, porque mi papá era carpintero. El nombre cambió porque unos sacerdotes, familiares de mi mamá, las comenzaron a llamar Las Galletas del País. Por ellos es que también sabemos que un Santo Padre pudo conocerlas”, cuenta Eduardo Marín.
A lo largo de este tiempo, el producto se ha mantenido con su receta original, la única novedad ha sido el lanzamiento de otras presentaciones. Hace 25 años, durante las Fiestas del Paisaje, la festividad más importante del municipio, decidieron producir unas galletas más pequeña, su éxito fue tan rotundo que hasta el día de hoy se mantiene en su portafolio. Además, realizan encargos especiales y personalizados de acuerdo con las especificaciones de cada cliente.