El año pasado en las elecciones para la Presidencia, la polarización subió a su grado más alto cuando se conocieron los nombres de quienes llegaron a la segunda vuelta: Gustavo Petro, de Colombia Humana, e Iván Duque, del Centro Democrático. Pese a que esa decisión quedó resuelta el 17 de junio del año pasado, la sociedad polarizada no ha cambiado.
Así lo plantea el analista Carlos Arias, quien, en el caso de Bogotá, señala que este reflejo sigue vivo, pues en la campaña para la Alcaldía se han acentuado las críticas y “es un reflejo de la polarización ideológica que, en la capital, se vive desde hace casi ocho años”, dice Arias.
Al revisar el panorama en otras ciudades, el fenómeno es similar. Por ejemplo, en Cali, de acuerdo con el periodista Jairo Zapata, la capital del Valle vive una situación similar. Este fenómeno ocurre entre los candidatos Jorge Iván Ospina (Alianza Verde) y Roberto Ortiz Urueña (movimiento Firme con el Chontico y Centro Democrático). “La ciudad ha visto como circulan noticias falsas, por ejemplo, en las que los protagonistas son ambos candidatos, tirándose mensajes en contra”, comenta el periodista.
No obstante, el docente de la Universidad del Norte, Luis Trejos, señala que en el plano local “lo ideológico no es determinante ya que las dinámicas locales giran más en torno al clientelismo y la figura de los gamonales locales”.
Otras variables
De igual manera Trejos plantea que en las regionales las variables están más ligadas a “acusaciones personales, hechos de corrupción o la construcción de obras públicas”, como sucede en el caso de Bogotá, donde a Carlos Fernando Galán le recuerdan su militancia en Cambio Radical; a Hollman Morris, su cercanía a Petro; a Claudia López, ser lesbiana; y a Miguel Uribe, la administración Peñalosa.
Coincide con Trejos el politólogo cartagenero Jorge Vidales, quien plantea que las maquinarias tienen más poder de cumplir con sus metas y llevar a sus candidatos a los cargos para los que los postulan y cita, como un ejemplo, el caso de William García Tirado, candidato a la Alcaldía de Cartagena con el aval de Colombia Justa, pero que tiene el respaldo de la casa Blel y su maquinaria está bien aceitada”.
Sobre esto, el docente catedrático de la Universidad Nacional, Jaime Zuluaga Nieto, recuerda que “los partidos políticos, en particular los tradicionales (Liberal y Conservador), erosionaron la capacidad de servir de mediadores entre sociedad y Estado” y que con el paso del tiempo, se han convertido en “fábricas electorales”.
Gobernabilidad
En el caso de la capital de Bolívar, esa es la meta que esperan que se cumpla, pues como han tenido 11 gobernantes en menos de una década, ninguno de los encargados ha logrado completar más de dos años de mandato.
El analista Vidales, aunque señala que prácticamente hay un ganador cantado, espera que el programa de gobierno que resulte electo se pueda llevar a cabo completamente, algo que no sucede en Cartagena desde hace una década. En Barranquilla, contrario a esto, el candidato de la casa Char, Jaime Alberto Pumarejo, con el aval de Cambio Radical, además de que podría tener la victoria asegurada, cuenta con la maquinaria aceitada para que la oposición no sea tan fuerte en el Concejo.
Mientras que en el caso de Bogotá, cualquiera que sea el ganador la tendrá difícil para gobernar. De acuerdo con Arias, el vencedor resultará con un margen muy estrecho y, “dada esa polarización y división de posiciones, el nuevo gobernante se enfrentará a un escenario complejo de gobernabilidad, dado que no tendrá el resultado popular mayoritario”.
Frente a lo que se espera de los próximos mandatarios, Arias destaca que, en el caso de Bogotá, no logrará resolver en poco tiempo los problemas de movilidad o inseguridad, pero con planes de mediano plazo “se pueden mitigar” y plantea que se debe “retomar la cultura ciudadana, clave para solucionar problemas temáticos, necesidades básicas y la búsqueda de consensos”.
