Este año la mujer vivió su propia primavera política en Colombia. Aunque ninguna terminó como candidata presidencial, hubo siete precandidatas, de las cuales tres se convirtieron en fórmulas vicepresidenciales y dos renunciaron después de haber recibido aval por firmas. Y además Ángela María Robledo, la única que no fue precandidata.
Todos los candidatos, excepto Germán Vargas y Jorge Antonio Trujillo, se la jugaron por mujeres como llave vicepresidencial y, en vista de que todas eran mujeres preparadas y con trayectoria política, no fueron un adorno en las campañas. Asumieron jefaturas de debate y coordinación, protagonizaron actos públicos y también participaron en sus propios debates.
Este año también es histórico para la incidencia femenina, porque, sea quien sea el ganador el próximo 17 de junio, por primera vez una mujer estará en el segundo cargo político más importante. Aunque un vicepresidente no tienen funciones claras en la Constitución, asumirían la jefatura de Estado en caso de una falta temporal o absoluta del Presidente de la República.
Para Fabio Sánchez, director de la Escuela de Política de la U. Sergio Arboleda, las candidatas a la vicepresidencia reflejan un nuevo momento en la política colombiana, porque se trata de una deuda pendiente con las mujeres: la posibilidad de una mayor participación en la política y de llegar al más alto cargo público.
“Al compararnos con la región, estamos rezagados; vimos que Argentina, Brasil, Chile y Costa Rica ya tuvieron presidentas. Lo anterior demuestra que aún falta tiempo, pedagogía y cambio de preferencias para que una mujer llegue a la Casa de Nariño”.
La política colombiana hoy es otra y, por eso, según Alicia Peñaranda, docente del Centro de Análisis Político de la U. Eafit, que tengamos la primera mujer vicepresidenta fue una apuesta de la mayoría.
Añadió que es una legítima y muy necesaria inclusión que le ha aportado a este debate el carisma del liderazgo femenino. Estas mujeres (las cuatro) llegaron por sus propios esfuerzos y coherencia.
Al respecto John Fernando Restrepo, politólogo y decano de la Facultad de Humanidades de la U. de Medellín, sostuvo que este hecho político es importante porque representa, significa y posibilita un nuevo símbolo político de cambio frente a la manera tradicional de hacer política.
“El acceso de las mujeres al foro público permite poner en el foco del debate una nueva agenda, nuevos temas y nuevos intereses. En síntesis: es una gran conquista”.