Armin Luna, el hombre que le ha dedicado en cuerpo y alma su vida al atletismo, asegura que cuando no vuelva a pisar la pista del estadio Alfonso Galvis Duque para compartir sus enseñanzas con los deportistas paisas, estará tranquilo porque el área de lanzamientos quedará en buenas manos.
“Es una ley que el alumno supere al maestro, y en Jovanny García encontré un gran sucesor”, manifiesta el estratega, quien sufre un proceso degenerativo de columna.
Dice que aún tiene la mente clara para aportar conocimientos, pero el año entrante, probablemente, no esté aquí. Y se tranquiliza al saber que con Jovanny las cosas marcharán bien “porque es responsable, dedicado, planifica, tiene una buena metodología” y en los próximos días empezará la carrera de Profesional en Deportes.
Estas palabras llenan de satisfacción, motivación y mayor responsabilidad a Jovanny García, el fornido hombre de tez morena que conserva buen estado físico y que después de dejar huella como atleta, ya empieza a tomar vuelo, como la bala que impulsaba, ahora en calidad de orientador.
El año pasado, en el Suramericano infantil de Cali, recogió los primeros frutos. Cuatro de sus pupilos del Urabá antioqueño, donde empezó su camino como entrenador en 2011, conquistaron tres medallas de oro y una de plata.
“No niego que me dio muy duro dejar la alta competencia. Pero mi familia -expresa el esposo de Elcy y padre de Johan- me necesitaba en Chigorodó”.
Relata que cada noche, durante más de tres meses, se desvelaba pensando si se debía retirar. “Al final lo decidí porque me estaba perdiendo el crecimiento de mi hijo”.
Dos años antes de tomar la determinación, aprovechó el tiempo. Se dedicó a hacer cursos de atletismo y así aprendió más de la modalidad.
De nuevo en casa
Al regresar a Chigorodó comenzó a compartir lo que sabía con un grupo de niños. Trabajó con el Inder de ese municipio y, muchas veces, cuando empezaba un año y aún no tenía el contrato laboral firmado, seguía trabajando gratis. “Es que en este deporte no se puede parar porque los procesos se acaban y el tiempo invertido se pierde”.
Cuenta que iniciar en esta profesión fue complicado y más por el aspecto económico, “ya que hay que llevar comida a la casa”. Pero los deseos de los deportistas, que llegaban llenos de ilusión a los entrenamientos, lo aferraron a continuar su apostolado. Antes de estas vivencias y mientras competía en Medellín, se graduó en Agronomía.
“Quise hacer algo diferente para tener alguna oportunidad en mi tierra, pero el amor por el atletismo no me dejó partir. Cuando me trazo una meta lucho por cumplirla y por eso no dejé tirada la Agronomía y la terminé. Ahora hay que seguir estudiando para crecer más como persona y profesional”.
Por cuenta propia se la pasa investigando en Internet, preguntando, leyendo y aclarando dudas con los demás profesionales del atletismo.
Ahora en la capital paisa, a la que espera traer a sus seres queridos para estar sin preocupaciones, manifiesta que su misión es aportar un grano de arena para que Antioquia tome más vuelo en los lanzamientos.
Confiesa que la clave es trabajar con responsabilidad y disciplina, con una buena metodología de trabajo. Más que un buen entrenador, quiere ser amigo y padre de los deportistas, cualidades que le inculcó su maestro Armin Luna y que hoy se ven reflejadas en su personalidad
