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Del joven de sonrisa tímida y respuestas cortas queda poco. Ahora, a sus 25 años de edad, es un hombre que habla con soltura y madurez cuando se refiere a su vida personal y deportiva. Tiene metas bien trazadas, entre ellas los Juegos Olímpicos de Tokio-2021 son una prioridad.
Jossimar Calvo Moreno, el gimnasta, el hijo, el papá, el ídolo de muchos niños y jóvenes en Colombia viene de pasar dos años agridulces: celebró el nacimiento de su primogénita (Valeria), perdió a su mamá (Nohora) y superó una cirugía del hombro izquierdo que lo marginó de las competencias todo el 2019. Hoy, en medio del aislamiento preventivo, con la fuerza que lo caracteriza, entrena en su casa, en Cúcuta, con la esperanza de que “muchas cosas positivas están por venir”.
EL COLOMBIANO habló con este deportista que llevaba varios meses alejado de la prensa, concentrado en su recuperación. Volver a una Olimpiada, luego de su debut en Río-2016, ocupa sus días con entrenamientos a mañana y tarde bajo la orientación del Jairo Ruiz, quien además de ser su entrenador se convirtió en una especie de padre putativo, luego de 21 años de trabajo juntos.
¿De qué manera avanza su trabajo para tratar de mantenerse en forma física y técnica?
“Muy tranquilo, entiendo que esto de la pandemia es por fuerza mayor, y con la salud no se puede jugar. En lo que se pudo y por el tema del espacio, adecué algunos implementos para practicar. Quisiera un sitio más amplio, pero de todas maneras he hecho buen trabajo con el profe y los asistentes que han estado pendientes de las cargas de entrenamiento no solo mías, sino de todos los compañeros y los semilleros de Norte de Santander. Esta labor se tiene que hacer a doble jornada”.
Imposible quedarse quieto en un deporte que exige tanta precisión...
“Lo importante es estar activo y tratar de no perder la forma física. No es lo mismo practicar en un sitio diferente, pero uno se brinda por mantener la fuerza y la resistencia. Hace falta el coliseo, claro, solo que hay que llevar todo esto con calma y esperar que la situación se normalice”.
¿Indirectamente usted se benefició con el aplazamiento de los Olímpicos o quería que fueran a mediados de este año?
“Como deportista aún no clasificado a los Juegos, en parte a mí me puede haber beneficiado que se hayan pospuesto. En la misma situación hay muchos colegas. Yo en mayo tenía el clasificatorio y la verdad, en 2019 paré todo el año por el tema de mi lesión y apenas empecé a entrenar en diciembre”.
Usted en principio aspiraba a estar en los Panamericanos de Lima, Perú, en 2019. ¿Por qué no se dio?
“Había una idea un poco descabellada de ir a esas justa entre julio y agosto del año pasado, pero finalmente vimos que no alcanzaba. Tampoco pude asistir al Mundial que daba cupos a Tokio y para los Juegos Nacionales no me dieron el aval médico. Finalizando febrero de 2020 tenía la primera concentración en Japón para los circuitos de Copa del Mundo en Azerbaiyán y Catar, estaban el Campeonato Nacional y luego el Panamericano, pero todo se trastocó por el coronavirus. Si se da cuenta, no he tenido muchas posibilidades de preparación”.
¿Cómo va la recuperación del hombro?
“Superbien, me ha respondido de buena forma y ya me siento apto para entrenar más fuerte, como lo venía haciendo antes. En el poco tiempo que tuve de prácticas en gimnasio estaba haciendo otras rutinas, mejor dicho, aumentando la dificultad en los ejercicios. Lo más importante es que quiero llegar a las competencias de nuevo al 100 %. Es un pequeño chance que tengo que los Olímpicos sean el otro año para llegar a tope”.
Poco se sabe de su lesión de hombro, ¿cómo fue?
“Sucedió el año pasado cuando estaba preparando un elemento nuevo en barra fija, de un momento a otro el hombro me empezó a molestar. Dejaba de practicar un poco y mejoraba, pero volvía y de nuevo aparecía el dolor. Me hicieron muchos exámenes, al principio se creía que era una bursitis y la trataron bajando las cargas. Finalmente, con una resonancia más especializada detectaron problemas que requerían operación. Me recomendaron que lo hiciera en ese momento, pues era preferible porque la lesión podía empeorar y el tiempo de recuperación se alargaría”.
¿Qué siguió luego?
“Paré los entrenamientos y solo hacía la preparación física para no lastimar el hombro. Me operaron en Bogotá los médicos Mauricio Largacha y Gustavo Castro. Luego regresé a Cúcuta a terminar el tratamiento y después de retomar trabajos estaba muy motivado, porque en poco tiempo sentí gran evolución. Volver no es fácil, es de mucho esfuerzo, aguante y ganas. Antes de la cuarentena yo, y todos a mi alrededor, estábamos contentos con los progresos. He tenido mucho apoyo”.
¿Qué pensó cuándo los médicos le dijeron que debería ir al quirófano?
“Me sorprendió mucho y me bajó un poco el ánimo, pero al final lo asumí con tranquilidad. Era lo mejor, a pesar de que tenía mucha ilusión de ir a los Juegos Panamericanos a hacer un mejor papel que el de Toronto 2015, donde alcancé tres oros (paralelas, barra fija y arzones) y dos bronces (equipos y general individual). Pensé en todo eso, pero era mi salud... Fue diferente a 2016 cuando me operaron del tobillo izquierdo, esa vez sentí muchos nervios. Doy gracias a Dios porque a pesar de que mi deporte es difícil y de mucha exigencia, en los 21 años que llevo en la gimnasia solo he entrado dos veces al quirófano. Me considero un atleta sano, tengo dolores normales como los puede sentir otro colega. Aquí estoy, luego de superar los miedos y dejar atrás esos fantasmas que aparecen cuando se regresa a entrenar por temor a lastimarse. Con el tiempo uno madura y solo piensa en estar bien lo antes posible, y así fue”.
La vida le cambió en poco tiempo, los dos últimos fueron dos años intensos...
“Mi madre murió tras una cirugía de corazón abierto, días antes de yo viajar a los Juegos Centroamericanos y del Caribe en Barranquilla en 2018 (13 de julio). Y mi niña Valeria nació poco tiempo antes, ella la alcanzó a conocer, después la internaron en el hospital y no la volvió a ver”.
A propósito, ¿cómo le ha ido en el papel de papá?
“Muy bien, es una etapa maravillosa, de felicidad, de mucho aprendizaje y responsabilidad. Me considero un padre joven y creo que me ha ido bien. Mi hija cambió mi vida y es lo más hermoso que tengo, me quedo sin palabras para expresarlo. Con su llegada sentí algo especial, pues dicen que cuando una vida llega, otra se va, entonces me recuerda mucho a mi mamá, no es fácil para nadie (llora)...”.
¿Y es un padre consentidor, alcahuete o muy estricto?
“De todo un poco, para cada caso hay una reacción. Cuando hay que jalar orejas se debe hacer, los hijos se deben educar bien y quiero que Valeria sea una gran persona, por eso le inculco valores para que la quieran y la respeten. Mi mamá me brindó todo, me enseñó un buen camino, fue una gran formadora, me consentía, pero cuando tenía que reprenderme lo hacía con mucha firmeza y autoridad”.
¿Qué pensaría si la niña termina encarretada con la gimnasia?
“Pues bienvenido sea, en la casa le gusta que la suba a los aparatos, que la ponga parada de manos, que le dé vueltas atrás, en fin. Si la gimnasia está para ella la apoyaré un 100 %, o en cualquier deporte, es lo que le guste. No quiero ser como algunos papás que obligan a los hijos a hacer lo que ellos quieren. Si llega a ser deportista seré un gran apoyo en las buenas y las malas”.
¿Siente que la madurez llegó a usted en todos los aspectos de su vida?
“Sí, uno experimenta y aprende, el deporte lo madura a uno muy rápido y empieza a ser más centrado en su comportamiento. El régimen de llegar al alto rendimiento es duro, la disciplina, la pasión por hacer todo bien, las reglas, todo eso lo forja a uno. Gracias a Dios he aprendido mucho”.
Además cuenta con su entrenador Jairo Ruiz que ha sido un gran guía...
“He tenido un gran maestro en él, es una persona que se ha vinculado en todo, se preocupa por mí, que tenga lo necesario. Es comprometido no solo como entrenador, sino en la vida personal del atleta. Tenemos una buena relación. Los pilares fundamentales en mi vida los obtuve con mi mamá y con el profe Jairo, es como un padre para mí. Todo el tiempo está pendiente de que me vaya bien y de eso también depende la voluntad, las ganas y los sueños que uno tenga. Es apasionado y estructurado en su profesión, exige disciplina y le gustan las cosas correctas. De eso se aprende demasiado”.
Comunicador social periodista de la U. de A. Sigo el fútbol profesional y aficionado, la gimnasia, el voleibol y las otras disciplinas del ciclo olímpico. Redactor de El Colombiano