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Ángel Hernández, conquistador del trampolín en Colombia

Ángel Hernández llegó de España con su mamá colombiana en 2013 y ahora hacen historia.

  • Ángel Hernández sorprendió con su esquema final y se quedó con el oro en el Panamericano de Río de Janeiro-2021. FOTO cortesía UPAG-Pagu y liga Antioqueña de gimnasia
    Ángel Hernández sorprendió con su esquema final y se quedó con el oro en el Panamericano de Río de Janeiro-2021. FOTO cortesía UPAG-Pagu y liga Antioqueña de gimnasia
21 de junio de 2021
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Tenía 18 años de edad cuando se vino de España para convertirse, junto con su mamá, hermana, cuñado y entrenador, en los conquistadores de la gimnasia de trampolín en Colombia. Gracias al aporte de esta familia, la modalidad alcanzó protagonismo en el país en las últimas ocho temporadas, al punto de lograr un cupo a los Juegos Olímpicos.

Ángel Hernández Recalde, dirigido por su madre Katish Hidari, acaba de clasificar a Tokio-2021 tras ganar el Panamericano en Río de Janeiro, dejando atrás el dominio estadounidense. Nunca una nación sudamericana había alcanzado ese logro.

Katish nació en Bucaramanga, pero creció en Bogotá. A los 17 años se fue a vivir a España y allí estuvo durante más de dos décadas. Un día le surgió la idea de regresar a su patria y lo hizo con un proyecto que hoy da frutos.

Ángel, nacido en Albacete, cuenta que inicialmente su progenitora viajó con su hermana mayor Katish y su cuñado (Álvaro) a hablar con los directivos de la Federación y de la Liga de Bogotá, y aunque les hicieron ver que había dificultades, les abrieron las puertas.

“Nos animaron y llegamos con la meta de entregarnos por Colombia, que el trampolín creciera y fuera incluido en Juegos Nacionales y que hubiera un relevo generacional. Fue un momento de mucho compromiso porque teníamos que dar ciertos resultados al Comité Olímpico y a la Federación. José Miguel Cantos, mi entrenador en ese momento, había prometido la clasificación a los Olímpicos y el título panamericano y suramericano”, relata el campeón.

Cuenta que fue una época que no disfrutó por tanta presión. El ciclo terminó en el Preolímpico de Brasil, sin el cupo a Río-2016. Cantos, técnico español, se fue luego para EE.UU. en busca de nuevos proyectos y luego comenzaría el proceso bajo la orientación de su mamá. “Empecé con mi entrenadora y madre Katish y todo fue muy diferente: empezamos a disfrutar, a vivir, a sentir que estábamos haciendo algo que nos apasionaba, no tanto por lo económico, sino que queríamos cumplir metas”.

Ángel, ¿cómo ha recibido este logro y en qué pensó?

“Con los brazos abiertos, después de tantos años de trabajo. En ese momento estaba como en shock, súper contento. Luego, con más mente fría, empecé a pensar en la preparación, en cosas buenas y emociones lindas”.

Es algo que tiene gran significado para este deporte...

“Siento orgullo de poder llevar la bandera de Colombia en un hecho histórico y también, en parte, cómo dimos la cara por la gimnasia porque en artística no se logró la clasificación”.

¿Había mucha seguridad en alcanzar la casilla?

“Para estos Olímpicos ya estábamos un poquito resignados por el ranquin de clasificación de las copas del mundo. No habíamos asistido a todas y a las que fuimos nos fue mal. Así que alcanzar el cupo era complicado. Pero una semana antes del Panamericano nos dijeron que había una opción y pensamos: tenemos un cartucho y hay que gastarlo, vamos con toda. Ha sido una sorpresa porque ya lo habíamos descartado y de cierta manera estábamos enfocados en París-2024. Ahora hay que cambiar los planes y enfocarse para llegar a las finales”.

Antes de dejar España usted recibió ofertas de esa Federación, pero prefirió venirse. ¿Qué lo motivó?

“Fueron muchas cosas: mi madre deseaba volver a su país, yo también quería vivir acá y conocer gran parte de mi familia. El entrenador Cantos tenía problemas con la Federación española y buscaba un cambio. Y viendo desde afuera las posibilidades, entendimos que tal vez en América podíamos hacernos un nombre más grande y decidimos intentarlo. Al día de hoy no nos arrepentimos para nada”.

¿Se les puede llamar conquistadores del trampolín?

“Sí, de cierta manera. Cuando llegamos acá ya había, pero no a nivel alto. Encontramos gente con muchos sueños y ganas de que esta modalidad creciera, aunque técnicamente les faltaba conocimiento. Digamos que aportamos un granito de arena y esta especialidad ha crecido mucho, el Comité Olímpico Colombiano la apoya de otra manera, la tiene en cuenta”.

¿Cuánto tiempo permaneció usted en Bogotá?

“Desde 2013 hasta finales de 2015. Para mí significó mucho porque conocimos a mucha gente pionera, nos hicimos buenos amigos y nos empapamos de lo que era el sistema del deporte del país. La Liga de Bogotá nos apoyó demasiado. La idea después era que nos repartiéramos por el país: mi madre se quedó en Bogotá y nosotros (Cantos y yo) hablamos con Leonardo González, presidente de la liga antioqueña, y le encantó la propuesta. Empezamos en este departamento y mi hermana Katish y Álvaro Calero, mi cuñado, se fueron para Bucaramanga (Santander). Mi mamá dejó un proceso en la capital y en 2016 se vinculó a Antioquia y hoy en día todos estamos acá, pero en otros departamentos hay entrenadores formados”.

¿Qué le gusta de esta región?

“Deportivamente me encontré con un escenario maravilloso, desde el inicio nos sentimos cómodos. Aparte de eso, llegamos a compartir con deportistas de recorrido como Jorge Hugo Giraldo, y Andrés Martínez, de artística. Todos estábamos luchando por un mismo sueño y a un nivel exigente. Me sentí más en el alto rendimiento acá en Antioquia, ahí empezó ese salto a esos Juegos Olímpicos en los que estamos hoy. En lo personal, la ciudad me encanta, la comida la disfruto, pero sobre todo la gente es muy agradable, simpática, colaboradora y eso es lo que me hizo enamorar de esta región”.

¿Cómo es su relación con su mamá entrenadora?

“Las cosas se complican cuando el deportista es joven y está en la edad difícil, y eso le sucede a cualquier entrenador, independiente de que sea el papá o la mamá. Pero cuando uno llega a la madurez (tiene 26 años) todo cambia y uno se preocupa por cumplir a plenitud y a cuidarse en casa. Yo no vivo con mi madre y eso también ayuda porque implicaría estar todo el rato hablando de gimnasia, a lo mejor sería un poco pesado”.

Imagino que hay reglas muy claras entre los dos...

“Mi mamá y yo tenemos una relación muy profesional. Sabemos que en cuanto salimos del gimnasio todo cambia, así el entrenamiento haya sido pesado y estemos, de pronto, de mal genio. Una vez afuera ella vuelve a ser mi madre y yo vuelvo a ser su hijo. Ella es todo para mí, la relación es súper buena, súper linda. Hemos sabido manejarla bien y como te digo, me ha servido mucho tenerla a mi lado en mi carrera porque me da esa sensación de serenidad, de apoyo incondicional. Independiente del resultado que obtengamos, si perdemos, si ganamos, si se queda sin trabajo, si lo mantiene, lo importante es que disfrutemos los dos. Ella ha sido el truco para que hoy estemos clasificados a Tokio”.

¿Cuál ha sido el momento más duro de su carrera?

“Después de Río de Janeiro-2016. Luego del Preolímpico en Brasil estuve a punto de dejar la gimnasia un tiempo porque fue un golpe duro para mí, pues desde que yo tengo recuerdos, 10-11 años, esa era mi ambición, ir a esos Juegos. Cuando nos quedamos ahí tan cerquita, como reserva, fue muy duro. Incluso, mi entrenador decidió irse para EE.UU. Me quedé prácticamente solo en Medellín, como técnico departamental, siendo mi propio estratega. Fue un momento de angustia y estuve a punto de dejar el trampolín”.

¿Y lesiones graves?

“El año pasado tuve una cirugía de un cartílago de la rodilla derecha y de hecho todo el ciclo de esta clasificatoria a Olímpicos le eché un poquito la culpa de los resultados de las copas del mundo a eso. Desde el 2018 tuve esa lesión y no competí todo ese año y en 2019 lo hice lesionado. Por fortuna en 2020 se tomó la determinación de operarme en medio de la pandemia y nos vino bien porque ahora estoy súper recuperado y más fuertes”.

¿Qué expectativas tiene para los Juegos de Japón?

“En nuestra modalidad son 16 personas de todo el mundo, los mejores, una competencia difícil. Entre ellos hay gente con experiencia y con premios olímpicos. Son los primeros y apuntaré a llegar a la final. Los más fuertes son los bielorrusos, pero van a un nivel similar los chinos y los rusos. Conozco algunos, incluso el campeón olímpico competía contra mí cuando tenía 10-17 años”

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