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Por Wilson Díaz Sánchez
Tienen el cabello negro y lacio, cejas tupidas, ojos achinados que se dejan ver a través de sus lentes gruesos de marco oscuro y una sonrisa que contagia alegría y ternura. Son dos paisas con síndrome de Down que encontraron en el deporte la mejor terapia para su salud y la posibilidad de representar a Colombia, como lo harán desde este martes en el Campeonato Mundial de Para Taekwondo en Veracruz, México, junto a otros 13 compatriotas.
El mayor y más experimentado es Nicolás Vélez, de 21 años, que en su palmarés exhibe un título que logró este año en los Virtus Global Games 2023 en Vichy, Francia, en la categoría P22, Clase A. Con un año de edad menos y debutante en los escenarios internacionales está Daniel Restrepo, que impresiona por sus progresos en Clase B y quien confiesa que Nico es su referente, “el hermanito” que se encontró en los tatamis y con quien comparte una linda amistad.
Nicolás, cinturón negro, camina erguido y vive orgulloso de sus logros, que se exhiben en pendones colgados en el Polideportivo Sur de Envigado, donde ha hecho su camino deportivo desde hace 7 años en el semillero del Inder. Cuando le hablan del Mundial se emociona y dice que va “con toda” por otra medalla de oro para dedicársela a la gente que lo rodea: “Voy a hacer lo mejor y vencer a todos los rivales; esto es para Pedro (mi entrenador), mi familia, mi país...”.
Nico lee, escribe, se hizo bachiller y se graduó de DJ. Asegura que quiere estudiar para convertirse en entrenador de taekwondo, actividad que desempeña muchas veces al lado de su estratega, enseñando lo que sabe a quienes se inician en esta disciplina que a él le dio la posibilidad de conocer otros países y la alta competencia.
“Lo que más destaco de él es la pasión con la que entrena, se preocupa por mejorar y es muy potente en sus movimientos”, dice Pedro Bedoya de su alumno, de quien otras personas resaltan el “espíritu indomable y buena energía”.
El debutante
El otro antioqueño en la delegación es Daniel Restrepo, un chico de 20 años que debido a sus patologías tiene mayor dificultad para hablar. Sin embargo, eso no le impide interactuar y ganarse el cariño de la gente.
Su mamá, Adriana Bedoya, asegura que el taekwondo “lo ha rehabilitado, le dio salud y lo hace feliz”. Su llegada a este arte marcial fue antes de la pandemia en un semillero del Politécnico Jaime Isaza Cadavid, donde conoció al profesor Walter Saldarriaga, quien estará con él en el debut internacional en México. El talento innato y la pasión lo llevaron a ganarse rápido un lugar en la Selección Colombia y a exhibir con orgullo el cinturón rojo.
Es experto en poomsae, modalidad en la que también compite Nicolás y que consiste “en ejecutar esquemas establecidos, simulando un combate en el que se destaca la precisión y la potencia de las técnicas del taekwondo”.
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Dani asiste también a clases de la Red de Música de Medellín y de la Fundación Luisa Fernanda, en Los Colores. “Le encanta la percusión y el baile, todo lo artístico le apasiona”, relata su mamá, al confesar que cuando a su hijo lo confirmaron entre los seleccionados, todos en la casa lloraron y aún celebran como si hubiera alcanzado una medalla de oro.
Desde ese momento toda la familia se puso la camiseta y con rifas, bingos, sancochos, donaciones y otras actividades reunieron el dinero para el viaje de su campeón. Inclusive, algunos lo acompañarán en su primera aventura fuera del país, en el Mundial de Para Taekwondo.
Comunicador social periodista de la U. de A. Sigo el fútbol profesional y aficionado, la gimnasia, el voleibol y las otras disciplinas del ciclo olímpico. Redactor de El Colombiano