Como un tenista de gran convicción, arduo trabajo y dueño de una potente derecha, se podría describir al joven Miguel Tobón, una de las figuras que participan en el torneo J300 de tenis en el Club Campestre de Medellín.
Este deportista no vino solo, volvió en compañía de su padre Miguel Tobón a la ciudad que vio nacer y crecer, a quien también considera su maestro y amigo de la vida, que es recordado por la afición por sus triunfos entre 1989 y 2001.
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En los Juegos Nacionales fue medallista en dobles y sencillos y destacó en Copa Davis.
Un nuevo desafío afrontará esta dinastía que, con Miguel hijo a la cabeza, luchará por el título del certamen que comenzó el martes y finalizará el domingo. El juvenil ocupa el puesto 37 en el ranking mundial de la ITF con 1022.5 puntos en 52 torneos jugados.
El muchacho nació en Miami, pero dice que se siente un antioqueño más. Creció al lado de su padre, percibiendo la emoción de practicar este deporte, y de a poco ha trazado su propio camino con el ejemplo en casa.
Ahora, con 17 años y la experiencia de actuar al más alto nivel en su categoría, espera mostrar lo mejor de sí. Sus sensaciones son positivas, pues en cada competencia muestra avances, y lucha por subir en el escalafón mundial juvenil de la ITF.
“Cada torneo es una oportunidad de mostrar la evolución real, pero esto es una travesía de año tras año, partido a partido, y hasta ahora me siento bien. Contento de jugar acá y como siempre digo, ‘voy a dar todo para ganar’”, dijo Tobón.
Miguel Jr. creció al lado de una familia que lo apoya en cada momento. Uno de ellos es su padre, por lo que asegura sentirse feliz de competir en la ciudad donde él creció.
Además de compartir un evento con su amigo, otra promesa del tenis, Alejandro Arcila: “Muy bacano estar acá, de donde es mi papá. Contento de hacer este evento con Alejo, que es un gran amigo mío, y espero que nos vaya bien”.
Se tiene confianza no solo porque el tenis corre por sus venas, sino porque siente que ha hecho buen proceso en el cual ha estado presente su papá, el apoyo más grande en este difícil camino:
“Siempre hay retos, pero lo que más quiero es superarme mentalmente y crecer. Mi papá me dio una raquetica cuando yo estaba pequeño y de ahí en adelante hemos practicado juntos. Solo hasta ahora que he tenido también ayuda de otros entrenadores como Javier Fran y Nicolás Pereira”, apuntó.
Actualmente, es el mejor tenista juvenil en el país, según el ranking de la ITF y aunque es consciente de ello, no baja la guardia. Conoce su potencial y lucha para fortalecer la parte física y mental. Dice que es un jugador completo, que tiene todo, “eso es lo que mi papá me ha ayudado a trabajar”.
Orgullo de padre
Para Miguel es un orgullo que su hijo sea tenista, deporte que él practicó hasta integrar la Selección Colombia. Ahora, en su papel de padre y entrenador, sigue acompañándolo porque, asegura, “va por buen camino, de menos a más; cada vez mejora su posición en el ranking internacional y eso me tiene muy feliz”.
Su heredero viene de ser campeón del Inka Bowl, torneo J300 del Circuito Mundial Júnior en las canchas de polvo de ladrillo del Country Club Villa en Lima, Perú. Para su padre, Miguel está en otro nivel, un nivel que, asegura, no tenía él cuando estaba en esa edad.