La brisa caribeña soplaba con fuerza en Barranquilla, pero no fue suficiente para agitar el ritmo lento y predecible de una Selección Colombia que volvió a naufragar en su propia falta de ideas. En un estadio Metropolitano que esperaba una victoria redentora, el empate 0-0 ante Perú se sintió como una derrota, no tanto por el marcador sino por la preocupante pobreza futbolística que exhibió el equipo dirigido por Néstor Lorenzo.
Colombia no encontró caminos, no encontró ritmo, no encontró alma. La Tricolor fue una sombra de sí misma, lenta, sin dinámica, sin sorpresa, carente de profundidad y sin claridad para atacar. Si algo resume el partido es que la opción más clara de gol no la tuvo el local, sino la visita. Y de no ser por la intervención salvadora de Kevin Mier, Perú se habría llevado los tres puntos con un golpe seco y silencioso que nadie habría discutido.
Lo de Colombia empieza a generar alarma. Ya no se puede hablar de una mala noche o de un rival incómodo. La Selección camina por la cornisa de la clasificación, aferrada más a los ahorros de un invicto pasado y al nuevo formato de la Eliminatoria que a un proyecto sólido. La tabla lo dice: sexta posición, la misma que ocupó en el proceso anterior con Reinaldo Rueda, cuando quedó fuera del Mundial y el técnico pagó con su puesto. Hoy, Lorenzo está exactamente en ese mismo lugar, con tres fechas por jugar y con Venezuela y Bolivia respirándole en la nuca.
Colombia está obteniendo el último boleto directo al Mundial, pero lo hace por inercia. Si sus perseguidores suman de a tres y ella no, el abismo del repechaje —o incluso la eliminación directa— será inevitable. Y no habría justificación válida en un sistema que permite clasificar a seis de diez selecciones de manera directa.
La lectura del partido por parte de Lorenzo también dejó mucho que desear. Apostó por Jhon Durán como ‘9’, pero el joven atacante fue más protagonista por sus reproches a los compañeros que por su influencia en el área. La ausencia de Luis Díaz pesó, y su reemplazo, Juan Camilo Hernández, fue bien controlado por los defensores peruanos. El plan ofensivo se quedó sin respuesta desde el primer cuarto de hora.
En el segundo tiempo hubo una leve reacción. Los ingresos de Luis Suárez, Jáminton Campaz y Marino Hinestroza ofrecieron un destello de esperanza, insinuaron una intención, pero no alcanzó para cambiar la historia. Colombia siguió siendo una selección sin chispa, sin agresividad, sin rebeldía, muy lejos de su mejor versión.
Mientras tanto, en las tribunas, las caras largas se hicieron comunes. El rostro desencajado de Néstor Lorenzo, que lucía desbordado e impotente en la zona técnica, fue la fotografía exacta de un equipo que se ha perdido a sí mismo. El reloj aprieta, la tabla aprieta más, y la ilusión de ir al Mundial se desinfla jornada tras jornada.
Ya son cinco partidos sin conocer la victoria. La última alegría fue el 15 de octubre de 2024, cuando goleó 4-0 a Chile. Desde entonces, la caída ha sido sostenida: derrotas ante Uruguay (3-2), Ecuador (1-0), Brasil (2-1) y empates ante Paraguay (2-2) y ahora Perú (0-0). El fútbol se volvió predecible, y la estadística comenzó a reflejar el vacío futbolístico.
El próximo martes, Colombia se enfrentará en Buenos Aires a la vigente campeona del mundo y líder de la Eliminatoria: Argentina. Un nuevo revés no solo pondría en jaque la clasificación, sino que haría tambalear la confianza de un país entero en el proceso de Lorenzo, justo antes de enfrentar a los dos rivales que le pueden arrebatar el sueño mundialista: Bolivia y Venezuela.
La Tricolor sigue en pie, pero el terreno bajo sus pies es cada vez más frágil. La clasificación aún es posible, pero ya no depende solo de matemáticas, sino de un cambio urgente en el juego, en la actitud y en la convicción. Porque si Colombia sigue como hasta ahora, el Mundial será solo un recuerdo ajeno.
Reviva aquí el minuto a minuto del partido: