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Dinamita francesa ante el muro marroquí

La segunda semifinal del Mundial de Qatar enfrenta a la actual campeoena y a la sorpresas el torneo.

  • Kylian Mbappé es el máximo goleador del Mundial Qatar 2022 con cinco anotaciones y está buscando su segundo título con el seleccionado galo. FOTO: JUAN ANTONIO SÁNCHEZ
    Kylian Mbappé es el máximo goleador del Mundial Qatar 2022 con cinco anotaciones y está buscando su segundo título con el seleccionado galo. FOTO: JUAN ANTONIO SÁNCHEZ
14 de diciembre de 2022
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Dos estrellas brillan en el firmamento de Qatar. Una lleva el “10” de la Selección de Francia, lidera la tabla de goleadores y persigue a ritmo endiablado todos los récords. La otra no lleva dorsal, ni firma contratos millonarios, ni autógrafos, pero se ha abierto hueco entre los cuatro mejores del planeta.

Kylian Mbappé, que encarna por sí solo la dinamita ofensiva de la Francia de 2022, desafía a la defensa marroquí, una de las sensaciones de la competición, camino de convertirse en legendaria a fuerza derribar hitos históricos.

La mejor defensa contra el ataque más reputado, la zaga que nadie ha sabido doblegar –el único gol en contra se lo han marcado en propia puerta– frente a un dispositivo demoledor de cuatro atacantes de renombre, Mbappé, Ousmane Dembelé, Olivier Giroud bajo la batuta de Antoine Griezmann.

Con ellos busca Francia superar el fortín contra el que se estrellaron Bélgica y Croacia en la fase de grupos, España en octavos y Portugal en cuartos, todos ellos frustrados de no poder romper la línea marroquí.

La campeona llega sobre aviso. Sabe también que a la resistencia en el campo se sumará el clima hostil de la grada, porque Marruecos ha sabido capitalizar el apoyo popular del primer Mundial organizado en tierras árabes.

Los “Leones del Atlas” son ya la selección del pueblo que desafía a la aristocracia del fútbol, a la que ya han puesto en jaque. Nunca un equipo africano había llegado tan lejos. Nunca una nación árabe había subido tan arriba.

El ejemplo

“Somos el ejemplo de los países en vías de desarrollo”, dice su seleccionador, Walid Regragui, elevado a la categoría de revolucionario, empeñado en demostrar que las jerarquías ya no sirven. Pero, para ello, repite una y otra vez, no vale con conformarse: “Tenemos que poner a África en la cima del fútbol”. Ninguna revolución triunfa si se queda a medias.

Eso pasa por lograr otra gesta. Otra más de un equipo que desprecia la posesión, se atrinchera en su campo y lanza el contragolpe, que confía en Youssef En-Nesyri, convertido en el máximo goleador marroquí en los Mundiales, punta de lanza de la ofensiva marroquí. Y en Yassin Bono, el símbolo del dique árabe.

Regragui ha conseguido formar una familia, con hombres de dentro pero también con la diáspora, jugadores nacidos, criados y formados en Europa que, a imagen y semejanza de Achraff Hakimi, lo dan todo por un país en el que nunca han vivido pero donde hunden sus raíces.

Todo por una misma causa, la de un país elevado a símbolo de un continente y de una raza, del pueblo árabe que brilla más arriba que nunca en el desierto qatarí.

La hazaña está lograda, pero ahora puede multiplicarse. Destronar a la campeona, en su plenitud, sería la cumbre, la gesta más improbable, la más admirada.

Francia no ha dado signos de agotamiento. Didier Deschamps ha sabido dar un brío nuevo a la generación que ganó en 2018 reforzada con aire fresco, una mezcla que funciona.

Francia no entusiasma por su juego pero sí por su eficiencia. Ni es la más sólida, ni la más ofensiva, pero ha conseguido un equilibrio que no tiene grietas. “La fuerza colectiva”, lo ha bautizado Deschamps.

Con ese espíritu afrontan la séptima semifinal de su historia, tres perdidas, tres ganadas, las tres últimas, en una suerte de dinámica positiva que le tiene a las puertas de optar a renovar su título y colocarse a la altura de la Italia de los 30, del Brasil de los 60, de las naciones que han entrado en la leyenda.

Ese es el terreno que busca Mbappé, compararse con Pelé, mirar de tú a tú al mito, con menos de 24 años, con todo un mundo por delante para conquistar el Olimpo, pero sin tiempo que perder para ir sentando las bases.

Su talento al servicio del colectivo, su fuerza para conducir a Francia, de nuevo, a lo más alto y dar a su seleccionador su decimocuarta victoria en Mundiales para convertirse en el segundo técnico con más triunfos, igual que el brasileño Luiz Felipe Scolari, solo superado por el alemán Helmut Schon (16).

Francia avanza a pasos firmes. Enfrente, el muro marroquí. La historia está de su lado, pero solo si saben afrontarla por el buen camino. Los “bleus” encaran un desafío. Los “leones” toda la historia. El fútbol lo saborea.

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