El mundo del fútbol aún no se repone de la dolorosa pérdida de Diogo Jota, uno de los jugadores más queridos del Liverpool y compañero cercano de Luis Díaz. Sin embargo, el ambiente de duelo que envolvió a los ‘Reds’ tras la muerte del delantero portugués se vio opacado por una polémica que no cesa: la ausencia de Díaz en el funeral de su amigo y las imágenes en las que aparece riendo con influencers en medio de un evento publicitario. Un contraste que ha dolido profundamente a los aficionados y que, según medios británicos y europeos, podría alterar el rumbo de su carrera.
Luis Díaz no fue el único que no asistió al sepelio. Estrellas como Mohamed Salah y Alisson Becker tampoco estuvieron presentes. La diferencia radica en la actitud: mientras ellos guardaron silencio y mostraron luto en redes sociales, el colombiano fue captado en videos riendo y compartiendo con creadores de contenido en un entorno festivo. Esa imagen desató una tormenta.
El propio club, según fuentes en Inglaterra, había advertido a sus jugadores que los traslados eran complicados y que aquellos que estuvieran lejos probablemente no alcanzarían a llegar a tiempo. Lucho estaba en Barranquilla, y su viaje, con escalas incluidas, tomaría cerca de 24 horas. Pero para muchos, la comprensión de la ausencia se desvanece frente a la imagen de su risa en redes sociales. El diario portugués A Bola fue contundente: “El delantero ha sido criticado por haber aparecido —y fotografiado con una gran sonrisa— como si estuviera en una fiesta”.
Los videos fueron grabados con miembros del equipo de influencers que acompañan a la Selección Colombia y, según trascendió, Díaz tenía compromisos comerciales establecidos por contrato. No obstante, en medio del luto que atravesaba el entorno futbolístico europeo, muchos consideran que debió aplazar dichas obligaciones, incluso si eso implicaba una sanción económica. En momentos como ese, la sensibilidad pesa más que los contratos.
Hasta ahora, Luis Díaz no ha emitido un pronunciamiento oficial. Su silencio alimenta el malestar de la afición del Liverpool, donde la decepción ha sido tan fuerte que varios hinchas han pedido su salida del club. Un hecho paradójico, considerando que semanas atrás el club lo consideraba “intransferible”, tras las ofertas que despertó desde gigantes europeos como el Bayern de Múnich y el FC Barcelona.
Pero el contexto ha cambiado. Según el medio alemán Bild, Díaz habría llegado a un acuerdo con el Bayern. “Tras este gran paso alcanzado por el club bávaro, al conjunto alemán le toca ahora entablar conversaciones formales con el Liverpool”, reportó este lunes 7 de julio. Por su parte, el periodista italiano Fabrizio Romano, voz autorizada en el mundo de los fichajes internacionales, asegura que el Barcelona aún no renuncia a ficharlo: “Los planes del Barcelona no han cambiado. La intención es hacer un nuevo acercamiento a Luis Díaz pronto. Es el principal objetivo del Barça como extremo, aunque la negociación será difícil tras dos ofertas rechazadas”, escribió en su cuenta de X.
Sin embargo, tanto en los foros de seguidores del Bayern como del Barça, se multiplican las críticas a la actitud de Díaz. Hay quienes consideran que su comportamiento reciente no se alinea con los valores de estos clubes, y que su llegada podría generar divisiones entre hinchada y dirigencia.
En este escenario adverso, a Díaz le quedan pocas cartas. Una de ellas sería aceptar la propuesta del Al-Nassr en Arabia Saudita, donde el clima mediático no es tan exigente y podría encontrar un espacio más cómodo. La otra, más desafiante pero también más digna, es quedarse en Liverpool o aterrizar en otro grande de Europa y recuperar el cariño perdido con goles, entrega y una actitud renovada.
Pero incluso esa posibilidad empieza a depender de algo más humano que deportivo: una disculpa. Una explicación sincera que muestre empatía, que aclare lo ocurrido y que reconozca que, aunque no pudo estar presente físicamente, su corazón sí estaba con su amigo. Porque cuando se trata de fútbol, también se trata de emociones, de respeto y de saber que hay momentos que no se repiten. Y el adiós a un amigo es uno de ellos.
Muchos han dicho que, como Luis Díaz creció en la cultura wayuu, la muerte para ellos no es una tragedia, sino un paso de trascendencia y alegría, y que por eso actuó así. Sin embargo, él mismo negó pertenecer a esa cultura en una entrevista con la revista Soho, al referirse a ser parte de esa comunidad:
“Tengo las raíces, tengo familiares lejanos que sí son wayuu, pero yo no lo soy. De hecho, he ido poco a sus rancherías, pero su tradición es divina, al igual que su gente. Vas allá y te enamoras. La cultura wayuu debería conocerse más”.
Luis Díaz está a tiempo de corregir. Pero cada día que pasa sin hacerlo, el camino se vuelve más cuesta arriba.