Su amistad no nació bajo los reflectores de la Premier League, sino en la cotidianidad de una vida que los acercó mucho antes de vestir el mismo escudo. Cuando Lucho aterrizó en Portugal en busca de su sueño europeo, no tenía dónde vivir. Fue Jota quien le abrió las puertas de su hogar. Literalmente. El portugués le arrendó la casa donde él vivía mientras jugaba en el Porto. “Tenía contrato conmigo hasta julio, pero como iba a ser mi compañero, ¡le terminé el contrato!”, contaba entre risas Jota en una entrevista en 2023. Aquello que comenzó como un acuerdo inmobiliario se convirtió en un vínculo entrañable.
Cuando Díaz dio el salto al Liverpool, fue nuevamente Jota quien lo cobijó. El idioma, la cultura, el equipo... todo era nuevo para el colombiano, salvo la calidez de su amigo portugués. Diogo no solo le tendió la mano: lo acogió como hermano. “Solía ver mucho al Porto, sabía que era el mejor jugador de la liga”, dijo en su momento Jota, orgulloso de compartir ahora camerino con quien ya admiraba.
Y en las buenas, como en las malas, siempre estuvieron. En 2023, cuando Luis Díaz sufría con el secuestro de su padre Mane Díaz, fue Diogo Jota quien tuvo un gesto que conmovió al mundo. En medio de un partido, tras marcar un gol, corrió directo al banco de suplentes, tomó la camiseta de Luis Díaz —el número 7— y la levantó al cielo, mostrando que su amigo no estaba solo. Esa imagen recorrió el planeta y en Colombia se le agradeció el gesto.
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En el terreno de juego compartieron 2.923 minutos en 72 partidos. No necesitaban palabras. Solo miradas. Solo instinto. Dos goles de Díaz nacieron en los pies de Jota. Y dos tantos del portugués fueron gracias a las asistencias del colombiano.
Fuera del campo, también compartieron carcajadas. Como aquella vez, ya en Liverpool, cuando salieron juntos en una divertida entrevista con Alexis Mac Allister, riéndose por la baja calificación defensiva que les habían puesto en el videojuego EA FC 25. “Disfruta, Luchito”, le decía Jota entre bromas, mientras Díaz soltaba la risa que hoy se ha transforma en lágrimas.
En palabras del propio Jota, “Luis fue fundamental para nosotros desde que llegó, por la energía que aportó cuando casi lo ganamos todo”. Pero lo que nadie imaginaba es que también sería él una pieza vital en la vida del colombiano.
Hoy, mientras el mundo llora, el padre de Luis, don Mane Díaz, escribió desde lo más profundo: “Fortaleza para las familias, las más sentidas condolencias de parte de la familia Díaz Marulanda”. Acompañó su mensaje con la foto que todos recordarán: Diogo Jota, camiseta de Lucho en alto, corazón en la mano.
Porque cuando alguien se va, no se lleva lo que tuvo, sino lo que dio. Y Diogo Jota le dio a Lucho amistad, cobijo, fe, goles, risas y solidaridad. Le dio todo lo que un amigo puede dar.
Y por eso, su memoria será eterna. No solo en Anfield, sino en el alma de un colombiano que hoy ha perdido mucho más que un compañero. Ha perdido a un excelente amigo.
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