Balón detenido a pocos centímetros del área. Alex, ante la esférica, estudiaba la jugada. Observaba donde estaban sus compañeros vestidos de azul eléctrico. Tras el silbato del árbitro, sacó un remate de pierna izquierda que, ante la pasividad de los defensores, siguió perfectamente su curso hacia el antioqueño Víctor Hugo Aristzábal, que con una contorsión en el aire mandó, de un cabezazo, el balón al fondo de la red.
Mientras corría como loco hacia el costado oriental del Mineirao no bajaba las manos de su coronilla. No lo podía creer. Había marcado el segundo gol con el que Cruzeiro se apuntaba un nuevo título.
Al llegar a la línea lateral, celebración conjunta con el resto del equipo, rodillas al césped y agradecimiento al ser supremo. Luego, abrazos fueron y vinieron.
De regreso al juego, otro gol del local y el descuento de Flamengo, el elenco rival. Resultado final: 3-1 que, sumado al 1-1 en el Maracaná durante el juego de ida, le dieron a Cruzeiro el cuarto título de la Copa de Brasil ese 11 de junio de 2003.
Éxtasis en la cancha y euforia en la tribuna por el segundo de los tres títulos que ese año sumaría el cuadro azul. Ya había ganado el Torneo Mineiro y en noviembre de ese 2003 también se alzó con el Brasileirao.
Ahí estaba el delantero antioqueño, que con cada gol alimentaba esa histórica campaña del Cruzeiro, que sería igual para él, pues con 28 tantos se convirtió en el máximo anotador extranjero del club, marca que ostentó por casi una década antes que otros cuatro foráneos la superaran.
Y el secreto que lo llevó a ese éxito, contó el exfutbolista, fue entender la responsabilidad de representar a toda Colombia en uno de los países donde “mejor se juega al fútbol en el mundo”.
“Cuando vistes una camiseta en otro país también te pones la de la Selección Colombia porque son millones los que están representados en lo que haces”, expresa Aristizábal, de 48 años.
Con esa analogía es con la que el antioqueño expone la importancia de esa prenda que lo vistió por un año en su cuarta incursión en el fútbol brasileño (antes jugó en Sao Paulo, Santos y Vitoria) y de la que este fin de semana se desprende definitivamente, pues la camiseta con la que logró el único triplete de títulos en su carrera hace parte de la Subasta solidaria que la Liga Antioqueña de Fútbol adelanta desde el 8 de septiembre y que finaliza mañana a las 3:30 p.m. con una puja en vivo a través de sus redes sociales.
“Desapegarse de una camisa tan importante es muy difícil para nosotros los futbolistas y más de las que han marcado tanto para nosotros, por ejemplo la del Cruzeiro que es un gran recuerdo para mí, pero bueno, cuando se trata de causas nobles, bonitas como esta subasta puede más el corazón que cualquier otra cosa”, comenta el exdelantero.
Como este objeto de “Aristigol”, impregnado de gestas goleadoras, otras 60 prendas de jugadores activos o retirados hacen parte del evento que la Liga adelantó en su página web (laf.com.co), para recaudar fondos y apoyar a entrenadores de los 137 clubes afiliados que se han visto afectados por el cese de actividades a raíz de la pandemia.
“No tenemos una meta fija, lo que esperamos es que los aficionados y coleccionistas nos apoyen”, dijo Paulo García, coordinador de la escuela de la Liga.
Como la icónica prenda de Aristizábal, la más cotizada del evento ($2.000.000), hay otras camisetas ricas en historia y que como dice el exjugador, se comparten para dar más alegrías “enfocadas en una buena causa”...