El brazo derecho de Nairo Quintana sangrando contrastó ayer con la tranquilidad reflejada en su rostro y el optimismo de sus palabras.
El colombiano no pudo evitar una caída masiva a 30 kilómetros del final de la undécima etapa, entre Albi y Toulouse.
Sin embargo, pese a lacerarse el codo, la valentía que evidenció en el doble esfuerzo que debió hacer para alcanzar al grupo de favoritos y no ceder tiempo, da cuenta que está fuerte para enfrentar la dureza que se viene desde hoy en el Tour de Francia, la montaña en los Pirineos.
Otros, tras caer al pavimento, no contaron con suerte: el holandés Niki Terpstra (Direct) debió retirarse de la carrera y el italiano Giulio Ciccone (Trek), quien fue líder dos días, arribó a meta en el último lugar, a 12 minutos y 3 segundos del vencedor, el australiano Caleb Ewan, del Lotto (ver protagonistas).
“Veníamos con un poco de tensión, en una zona de cambios de dirección y carreteras estrechas. Siempre decimos que hay que tratar de librar estos días. He podido frenar un poco cuando vi la caída, pero fue inevitable. Estoy bien y eso es lo importante, las fuerzas están bien”, señaló Quintana, quien se mantiene en la octava posición, a 2.04 del líder, el local Julian Alaphilippe (Deceuninck).
Segundo es el inglés y último campeón Geraint Thomas, a 1.12, y tercero su compañero en el Team Ineos, el colombiano Egan Bernal, a 1.16.