Las frases que escribe y dice Ana María Rendón Toro, o Ana Mareto, como la llaman, atrapan, paralizan, hacen detener la vista. Su talento atlético, entre tanto, inspira, porque no se detuvo en medio de la adversidad que en un momento se cruzó en su camino y por la que, confiesa, sintió negación y rencor.
“Montar en bicicleta se ha convertido en mi refugio cuando las palabras no pueden expresar lo que siento”. “No entreno para tener un cuerpo bonito, lo hago para calmar las tormentas de mi mente, para conocer mis límites”. “La verdadera razón por la que montamos en bicicleta es para conquistar estados mentales desconocidos dentro de nosotros mismos”.
Así se le ha escuchado decir a Ana en muchos de sus videos, en los que se ve pedaleando y que comparte en su cuenta de Instagram, la cual tiene más de 35 mil seguidores.
Sobre su bici, Ana Mareto relata que va acumulando y compartiendo experiencias “a pasito tun tun”, disfrutando de la vida, sobre todo al ganar quizá la prueba más complicada que se ha presentado en su andar: un cáncer de seno.
Así fue como dio a conocer en enero pasado su nuevo proyecto: Escalando por Colombia, en el cual busca descubrir los puertos de montaña más icónicos del país. Y como ella comenta, en los que se han forjado nuestros escarabajos y donde solo han llegado los corazones valientes que han decidido poner a prueba sus piernas y donde la mente se antepone al dolor. Motivar a las personas, en especial a mujeres para que monten en cicla, es otro de sus propósitos.
De hecho, hace parte del Team Escaladoras, comunidad de 4.938 seguidores, y en el que despiertan, en medio de los retos que se trazan para llegar a un lugar estipulado, un poder que no sabían que tenían.
Entre ellas hacen bromas cuando comentan que, efectivamente, son “las demoradas, o las de color morado”, para explicar que van lentas, pero seguras y para referenciar el color con el que corren. Pero eso sí, afirman que su “único propósito es transformarnos en poder sin importar el ritmo, la bici o la cuesta”.
Un antes y un después
Ana tenía 29 años cuando le descubrieron cáncer de seno. “Fue como un baldado de agua fría, uno jamás se espera eso y menos a esa edad. En ese instante me volví una Ana diferente, rencorosa, sin un propósito fijo, entré en un estado de negación. Sin embargo, la enfermedad me enseñó a valorar lo poquito o mucho que tenía, fue como un antes y un después”, confiesa la pedalista aficionada y a la vez comunicadora social.
En esa etapa de autoconocimiento, de entender lo que le estaba enseñando la enfermedad, cambió sus hábitos de vida y hasta de nutrición. Más consciente, se volvió vegetariana. Hacer deporte y el retarse también entró en su rigurosa agenda.
“La doctora me comentaba que no iba a poder volver a montar en bicicleta ni correr. Pero no me rendí, demostré que sí se podía, por eso amo el deporte”, comenta Ana, quien desde 2010 hace ciclismo y a partir de 2018 lo combina con el triatlón.
La deportista, ahora con 40 años, manifiesta que cuando le dijeron “no” tal vez se pudo haber quedado diciendo que era cierto, que en realidad no podía hacer lo que deseaba, pero se acordó de una frase: “El cerebro no resuelve limitaciones, pero sí problemas”.
De esta manera se trazó salir adelante. Empezó dando una vuelta a la manzana, y ahora viene escalando los altos más emblemáticos del ciclismo colombiano.
Este domingo desafiará otro de ellos cuando tome la partida en la carrera Palmas se viste de Rosa, evento que busca concientizar sobre la prevención del cáncer de seno.
“Ya cumplí 10 años como sobreviviente, cuando me decían que no llegaba a los 32. Estoy muy feliz, cuidándome, agradecida con la vida”, comentó Ana, quien escala firme hacia sus metas.