La matriarca de Cien años de soledad regresa de la muerte para rechazar una de las sentencias establecidas por Gabriel García Márquez en su relato de Macondo: que los seres humanos están condenados a no tener segundas oportunidades.
Oponiéndose a su destino y al mensaje del nobel de literatura, Úrsula Iguarán manifiesta con un tono contundente −en la obra de teatro La resurrección de los condenados−: “Quiero volver a la vida”.
Ninguna madre podría estar muerta en paz sabiendo que sus hijos siguen matándose, atornillados en una guerra frente a la que no encuentran tregua. Úrsula es la protagonista de la historia escrita y dirigida por Juan Carlos Moyano y Misael Torres, que será presentada por primera vez esta noche en Medellín, en el Teatro Pablo Tobón Uribe (ver Radiografía).
Hace parte de una iniciativa de la Comisión de la Verdad −apoyada también por Idartes y la Fundación La Paz Querida− que busca entrar en diálogo con la sociedad a través del arte. “Lo entendemos como un medio potente para comunicar asuntos que de otra manera no sería posible. No es en sentido estricto la voz de la Comisión, pero este tipo de piezas sí permiten profundizar y poner en discusión aquello que nos ha pasado y lo que es necesario transformar para construir una sociedad capaz de vivir de manera armónica”, expresa la comisionada Lucía González.