El año 1968 fue bisiesto. Como se sabe, cuando el calendario muestra un febrero de 29 días, muchos creen que es de mal agüero.
Sin embargo, las comunidades de las comunas 5 y 6, Castilla y Doce de Octubre, pueden contradecir esta creencia: fue entonces cuando comenzó a funcionar la Biblioteca Familia La Esperanza.
El sector cultural de la ciudad estuvo movido ese año. Por mencionar solo dos acontecimientos, se realizó la primera Bienal de Coltejer, liderada por Leonel Estrada, con la que se puso a dialogar el arte nacional con el internacional. Y ese año se fundó la editorial Oveja Negra.
Con Familia La Esperanza comenzó la historia de las bibliotecas comunitarias de Medellín y de la promoción de lectura en estos establecimientos.
Sandra Zuluaga, directora de Ratón de Biblioteca, entidad que la administra, cuenta que esta institución surgió en torno a la parroquia Santo Evangelio, en un barrio que, si bien pertenece a la comuna 6, Doce de Octubre, muchos identifican como de la 5, Castilla, y todo por su ubicación que une las dos comunidades.
La de ese sector es una población activa en la que, además de este centro cultural también hay actividad deportiva en la cancha Maracaná.
Llamada en los primeros años El Principito, la biblioteca siempre ha sido faro: hasta en momentos de violencia, la gente ha encontrado allí un refugio, entre la paz de los libros. Las llamadas “fronteras invisibles”, esas que establecen, en algunas épocas, los delincuentes para prohibir el paso de los habitantes de un barrio a otro, se han desdibujado en gran medida en este lugar de letras y conocimientos.
Hasta esa biblioteca, lo mismo que muchas otras barriales, llegaba la directora de Ratón de Biblioteca, Clemencia Gómez, con sus Cajas Viajeras, con la idea de llevar libros a sitios periféricos de la ciudad y promover la lectura.
Hace nueve años, menciona Sandra, la fundación Familia, buscó a Ratón de Biblioteca para que se encargara de la administración de Familia La Esperanza.
Desde entonces, esa biblioteca hace parte de la Red de Bibliotecas. Sus usuarios pueden acceder a materiales de consulta de la Biblioteca Piloto y otros centros, el establecimiento comenzó a tener un horario fijo, y los libros y demás documentos se sistematizaron.
Además, expresa Sandra, desde ese momento en esta biblioteca cincuentona cuentan con programación cultural permanente. Entre esta, talleres de lectura y escritura de lunes a sábado.
“Esta es una biblioteca pequeña, de 5.000 libros, pero muy activa”, dice la directora de Ratón de Biblioteca.