El cuadro es imponente. Mide 2 metros, 17 centímetros de alto por 1 metro con 89 centímetros de ancho, es un óleo sobre lienzo pintado por el Maestro Fernando Botero en 1979.
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Se trata de Los músicos, una obra que trae a 9 músicos en escena que según describe la Casa de Subastas Christie´s en Nueva York, los muestra iluminados desde arriba por una constelación de luces: “el grupo de músicos están cuidadosamente dispuestos, cada uno preparado, en una posición perfecta, a punto de impresionar a su audiencia con una melodía sin duda bien ensayada”.
La imagen de este cuadro justo se había vuelto a ver gracias a que fue la elegida por el Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa como portada de su nuevo libro Le dedico mi silencio que lanzó el pasado 26 de octubre.
A casi dos meses del fallecimiento de Fernando Botero había mucha expectativa por esta obra en esa subasta que se realizó en la noche del jueves en Nueva York. Camilo Castaño Uribe, del área de curaduría del Museo de Antioquia vio la transmisión de la subasta, “fueron 35 lotes con obras muy importantes, de Cezanne, Monet, Picasso, Frida Kahlo, eran piezas de museo y en el segundo tramo se subastó esta obra de Botero, desde el comienzo arrancó con mucha emoción, hubo un momento que quedaban dos personas que representan a dos coleccionistas. Al final hubo aplausos”.
La obra, según cuenta el curador, llegó en puja a 4.200.000 dólares y a eso hay que añadirle los impuestos y la comisión con que se queda la casa de subastas por lo que el precio final fue de 5.132.000 dólares, un aproximado de 20.000 millones de pesos colombianos, estableciendo un récord en su carrera: es, hasta ahora, su obra más cara en este tipo de subastas.
Para Christian Padilla, curador, historiador de arte y experto en la obra de Fernando Botero, “estaba previsto que los precios de un artista de tremenda importancia recién fallecido van a empezar a tener unos precios mayores, y eso no es una sorpresa y por supuesto los récords que vengan de acá en adelante van a tener que ver con piezas que sean muy importantes y emblemáticas”.
La subasta, realizada en la noche de este jueves 9 de noviembre, tenía esta obra en un rango de 2.500.000 de dólares (cerca de 10.000 millones de pesos colombianos a la fecha) a 3.500.000 (un aproximado de 14.000 millones de pesos) y esa cifra se superó con creces y además estableció un nuevo récord para el artista.
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De la pintura añadieron en Christie’s que tiene una escala y composición compleja y que puede considerarse como uno de los mayores logros del artista en pintura al óleo, junto con obras maestras como Dancing in Colombia de 1980 (que está en el Museo Metropolitano de Nueva York) y su Tablao flamenco de 1984. “Lo que hace que este puñado de obras sea verdaderamente excepcional es su capacidad de parodiar y honrar la vida cotidiana en Colombia, elevando el tema a las dimensiones monumentales de la pintura histórica”.
Esta obra batió el récord que tenía la escultura Hombre a caballo que se vendió por 4,3 millones de dólares, también en una subasta. Pero la lista de buenas ventas y récords para el pintor colombiano no termina allí.
Es el caso de Adán y Eva, que consiguió ser subastada en 2018 por 2,9 millones de dólares (unos 12.000 millones de pesos colombianos); o en el caso de Mujer con guitarra, avaluada en un millón de dólares (4.050 millones de pesos aproximadamente).
Hasta el 2011, mucho antes de que el maestro consiguiera este jueves, semejante precio por una de sus obras, nueve de sus cuadros habían sido vendidos por cerca de 14 millones de dólares, convirtiendo a Fernando Botero, en un referente mundial en la materia.
Aunque no existen cifras concretas que puedan precisar el patrimonio que llegó a tener el pintor en vida, es estima que este se encontraba entre los 200 y 300 millones de dólares.
Para el curador del Museo de Antioquia es una obra de finales de los 70 en la que el maestro Botero se reconecta con sus recuedos de Antioquia, “lo que hizo en esos años goza de mucha complejidad compositiva, muchos personajes involucrados y los músicos, la fiesta y las celebraciones están presentes en su arte. Esta no es la única obra en la que aborda ese tema”.
Si mira detenidamente el cuadro se dará cuenta de que los personajes invaden el espacio, pero cada elemento cumple una función fundamental. “Los instrumentos se expanden al lado, con los mismos juegos de escala que el artista hace, uno puede tener una vista privlegiada del conjunto”.
Explica Padilla que la temática presenta nostalgias y mucho de la memoria de Botero proveniente de su adolescencia en Medellín, “entonces los músicos parecen unos músicos de cantina y hay elementos que él incluye ahí para reforzar la relación con la región y con la tierra, por ejemplo hay una rocola por ahí atrás que recuerda precisamente las fondas, también un pájaro que también tiene que ver con la exuberancia tropical de Colombia”.
Castaño destaca más detalles de la obra como el manejo del color. “Esas obras de los años 70 de Botero tienen un color característicos, un poco más rebajado a lo que vendrá después en los 80 con obras con tonos mucho más contrastados, altisonantes e intensos. Esta es de esas obras importantes que cierran una etapa estelar en su carrera. Los ocres y colores pardos dominan la composición”.
Otro detalle está en la representación de los instrumentos, como la mandolina y guitarra que van a tener protagonismo muy grande en el proceso artístico de Fernando Botero. En este cuadro, en particular, “la musiclaidad esta dada por los ritmos en la composición del cuadro que son armónicos, los instrumentos, por ejemplo, no tienen cuerdas”, detalla el curador del Museo de Antioquia.
Sobre el tamaño del cuadro también hizo parte de un momento de su vida artística hacer lienzos así. “En ese momento (finales de los 70) el tamaño era muy importante, Botero hacía cuadros inmensos y en el Museo tenemos algunos como La casa de Amanda Ramírez, El palacio con el general y la esposa, todas obras de ese mismo momento que gozan de esa misma intensidad cromática, complejidad y gran escala”.
Sobre el comprador no se sabe quién es, “usualmente son compradores anónimos” y sobre la inquietud que se ha generado en algunos círculos de arte que afirman que se pudo haber pagado más, Padilla cree que el precio es bueno y más aún que logró un récord para el artista, “pero en cuanto a pagar más los precios de las obras de Botero van a seguir subiendo, a medida de que salgan otras obras de gran formato seguro seguirán subiendo”.
Por eso no es raro que un próximo cuadro o escultura del maestro Fernando Botero bata este récord logrado por Los músicos, es parte del legado que deja el artista paisa más universal.